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Pieles NO

jueves, 8 de octubre de 2009

Las radios enormes


Había que enchufarlas a la red y esperar que se calentasen. A veces se calentaban tanto que había que apagarlas un ratito porque empezaban a oler a madera quemada. La llegada de los transistores las relegó a las tiendas de antigüedades.

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