A causa de la crisis mundial, en Japón, y sobre todo en la capital, han surgido cantidad de indigentes. La mayoría son empleados que han perdido su puesto de trabajo a causa de que la empresa en la que estaban ha quebrado, o que han sido víctimas de regulación de empleo. Los japoneses, ellos tan laboriosos, ven esto como una vergüenza más que una desgracia, y los que tienen trabajo los desprecian.Por lo tanto, estos nuevos pobres no mendigan. Rebuscan entre la basura, esperan que cierren los supermercados para recoger los alimentos desechados, y miran en las papeleras buscando trozos de pan. Muchos de ellos han dado con un truco: Entran en una gran superficie y rompen envases de comida. Como todo esto se tira, cuando cierran están esperando y los recogen. Los indigentes de Tokio son diferentes a los de otras partes del mundo en que no se agrupan, ni tienen amigos en sus mismas condiciones ni se ayudan ni nada parecido. Están completamente solos y duermen encima de cartones y se tapan como pueden o no se tapan nada. A raíz de esta situación, los locutorios y cibercafés se han puesto a alquilar los sitios en que de día se ponen los clientes, a estos mendigos. Así pueden al menos dormir a cubierto. Nadie hace nada. Solamente hay comedores públicos, pero para una sola vez al día. Les dan una especie de sopa. Un desastre, vaya.
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