viernes, 28 de noviembre de 2008

Cantando las cuarenta



Carlos V no fué el estupendo emperador que nos enseñaron en los libros de texto cuando éramos pequeños. Heredó todas las tierras de parte de madre y padre. Pero como político era pésimo, y como militar carecía de la mínima noción de estrategia. Todo se lo hicieron sus capitanes: Alejandro Farnesio, Andrea Doria (que luego se pasó a los franceses), el Condestable de Borbón (que era francés y se pasó a los españoles), y bueno, aquello era un lío. Lo unico que le gustaba en este mundo era comer. Padecía bulimia,aunque no se cree que vomitase después, pero se hinchaba de platos enormes de carne de caza, y tenía a los 50 años una gota tan avanzada, que ya tenía el cuerpo lleno de bubones. Y como toda su familia, estaba siempre con la boca abierta y el belfo caído(cosa que han querido disimular los pintores, y parecía un monstruo idiota. Pero en la Casa de Austria había habido tantos matrimonios consanguíneos, que eran todos memos perdidos. Cuantan una anécdota de él, que cuando estaba cazando, ciervos, jabalies, y bichos así, que luego se comía, se separó de su sequito y pasó por allí un viejo campesino con un burro. El emperador le dijo que si no podía cargar al ciervo en su burro, y el campesino se nego, pues dijo que su burro no podía con un animal tan grande. Charlando, el rey le preguntó cuál pensaba que había sido el mejor y el peor monarca que había tenido España, y el campesino le respondió: "El mejor, Fernando el Católico; el peor, el que tenemos ahora, que nos ahoga a impuestos y además es un inútil". Luego alguien de la comitiva dijo al hombre con quién había estado hablando, y el campesino contesto: "Ah, pues si lo llego a saber, aún le digo más verdades"

No hay comentarios:

Publicar un comentario