El otro día leí que cada vez se cultivan menos alcaparras, pues los extranjeros las encuentran horribles, y en España se venden poco. ¡Ay!. Con lo que a mí me gustan... Recuerdo mi primera alcaparra. Me la dió mi padre, que a los andaluces sí les gustan, y enseguida me encantó ese gusto amargo y ese tacto suave en la boca. Recuerdo que cuando estuve en Moscú con el PC, que mi profe de ruso me metió en el grupo de los "niños de la guerra" como sobrina suya, había alcaparras, y yo me comí una buena ración, pero los que las probaron, españoles, pusieron cara de asco y las escupieron. Adiós, alcaparra, adiós...
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