sábado, 28 de febrero de 2009

La Macarena y la Esperanza de Triana




La Semana Santa de Sevilla, como todas las de Andalucía, y de España, es pura idolatría. Pero los andaluces es que se pasan. Hay, aunque ellos lo nieguen, dos bandos, el de la Macarena y el de la Esperanza de Triana. Cada cofradía tiene sus seguidores, y los fans de una no pueden ver a la otra, y viceversa. A veces hasta los unos insultan a la Virgen contraria,y se quedan tan tranquilos. En Palma pasa con el Cristo que se venera en la iglesia del Hospital, el Cristo de la Sangre. Aquí en Mallorca está considerado, junto con uno que hay en Manacor, como el más milagroso. La gente devota va a pedirle favores a él, porque un Cristo de una iglesia cualquiera no vale, ni le hacen caso. porque no es milagroso. El que hace los milagros es el de La Sangre. Si esto no es idolatría pura y dura, que baje Dios y lo vea, valga la expresión. Hace un par de años, un chiflado con un garrote rompió las piernas de ese Cristo palmesano, y enseguida lo repararon. Pero un señor, devoto de él, dijo (esto salió en la prensa,por eso me enteré)que ya no le servía, que con las piernas rotas, aunque reparadas, ya había dejado de ser milagroso, y no pensaba pedirle nada más. Alucinante pero cierto. Por eso me gusta tanto el Islam, mi religión. Yo soy una mala musulmana, pero me atrajo desde siempre por su furioso monoteismo. Una cosa así como la que he contado escandaliza hasta lo más posible a cualquier musulmán, sea practicante o no, porque va en contra de los fundamentos de su religión: "No hay más que un solo Dios, Y Mohammed (Mahoma) es el enviado de Dios".A mi me parece muy bien y me horroriza la gente que adora a estatuas.Eso no quiere decir que no me entusiasme la paganísima Semana Santa de Sevilla, que incluso los ateos se dejarían matar por defenderla. Pero esto es otra cosa, inexplicable para quien no sea andaluz. A mí que no me la toquen, que me enfado muchísimo. Yo también puedo tener mis contradicciones.Pero aquella mezcla maravillosa de idolatría,peste a sudor de costalero, olor a incienso y a azahar, es algo impagable. Y aderezado con vinito de la tierra. (Ay, madre!)

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