Es lo que le pasó a esta señora tan guapa, La Castiglione, cortesana del s. XIX, que no pudo asumir el envejecer y se volvió loca. Murió en la miseria, cuando podría haber tenido una buena vida si hubiese ahorrado para la vejez. Pero es que ella no quería ser vieja. Para no verse, tapo con telas negras todos los espejos de su casa, y solo salía de noche y con la cara tapada. Acabó loca perdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario