miércoles, 29 de abril de 2009
La miel
Durante toda la Antigüedad y Edad Media la miel sirvió para endulzar la vida de los habitantes de Europa. No se conocía casi nada la caña de azúcar, pues América no había sido descubierta.Antes de su industrialización, los buenos degustadores sabían distinguir no sólo el aroma de las flores de donde había sido libada por las abejas, sino también el lugar casi exacto de su origen.Algo así como los catadores de vino o los "nez" de los perfumes. En la antigue Grecia, Pitágoras, que vivio hasta los 90 años, atribuía a la miel su longevidad y la recomendaba a sus discípulos. Demócrito, otro filósofo griego, aconsejaba "untar el cuerpo con miel por dentro y con aceite por fuera".Pero no hay que hacerle mucho caso, pues apenas comía.Comía tan poco, que quería acostumbrarse a prescindir del alimento, y cada día comía menos, hasta que no comió nada y se murió, como el pobre burro de la fábula. Plinio y Teofrasto distinguían tres clases de miel: La primera era la miel de flores u ordinaria; la segunda, una especie de rocío o maná que caía de los árboles y parece ser que abundaba en el Libano (??¿¿??), y la tercera, miel seca ya convertida en azúcar. Y la miel india, que parece ser que era la de caña, procedente de la India. Como no podía ser menos, se le atribuyeron propiedades afrodisíacas. Tema recurrente en toda la historia de la humanidad. Que si la miel, que si el cuerno de los rinocerontes, el bálsamo del tigre o la Viagra, la cuestión es que no decayera la cosa.
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