jueves, 9 de abril de 2009

La Semana Santa de Sevilla




Es pura idolatría, y es la fiesta más pagana, salvo quizás la Romería del Rocío, que existe. Pero a mí que no me la toquen. Todo es pura idolatría, puesto que los partidarios de la Esperanza de Triana no pueden ver a los de la Macarena y viceversa, como si no fuera una estatua de la misma persona, la madre de Jesús-Isa.Pero a mí esta SS. me emociona hasta las lágrimas, y no sabría decir por qué. Es la fiesta de la sensualidad. El olor a incienso mezclado con el del azahar de los naranjos de las calles y el sudor de los costaleros, y una que ya va medio colocada con los vinos que se va tomando en buena compañía entre cofradia y paso, le hacen vivir en un estado irreal, o demasiado real. Dijo no sé quién que "allí donde has sido feliz, no vuelvas". Yo la Semana Santa de Sevilla la viví intensamente a los veinte años, con un primo mío, a base de éxtasis más o menos piadosos, vino fino y soldaditos de Pavía. No la olvidaré nunca. El tintinear de los varales, las voces de "a esta es" de quien da las órdenes a los costaleros para que levanten el paso, y este se levanta, a la una, pero trabajosamente, y por el sudor y el sufrimiento de los hombres que están debajo, y emprende su camino por las calles de Sevilla, con su música, sus flores y sus olores, es que esto es impagable. No pienso volver nunca más.
También esa Semana Santa me puse peineta y mantilla. En casa teníamos de mi abuela catalana unas muy bonitas, de blonda y de chantilly. Escogí la de blonda porque era la que me enmarcaba mejor la cara. Mi prima se puso otra, y con los primos de escolta nos paseamos por el centro de Sevilla, para ver y ser vistas. Me lo pasé muy bien.
En Palma, cuando yo era pequeña, recuerdo que a ver a los nazarenos los turistas USA, que eran lo los primeros que visitaban Mallorca, se asustaron una barbaridad porque pensaron que en la isla estaba establecido el Klu-klux-klan.

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