jueves, 25 de junio de 2009

Chiste malo donde los haya


El príncipe Carlos va discretamente con su Jaguar, una noche estrellada, con los faros apagados, a ver a Camila. Abre la verja, entra y pasa por el camino hacia la entrada de la casa, y de pronto nota que ha dado un golpe a algo. Sale rápidamente a ver, y, oh catástrofe, acaba de atropellar al perro preferido de Camila. Prevé ya que su noche de amor se va a transformar en noche de bronca cuando distingue algo curioso en el tronco de un árbol: Es una lámpara de aceite, y en cuanto la toca sale el genio de dentro y le dice:
-Mi amo, tú me has liberado. Dime un deseo y yo te lo concederé.
Carlos piensa que ha tenido suerte y le pide que resucite al perro de Camila.
El genio examina los restos del perro y le dice:
-¿Te das cuenta de lo que me pides?. Está espachurrado por completo, es imposible. Me costaría demasiado trabajo. No, di otro deseo.
Carlos piensa que tal vez sería mejor idea formular otro deseo que resucitar al perro, y le dice al genio:
-Bueno, bien, escucha... haz que Camila sea tan guapa como Diana...
Y el genio:
-¡Bueno, vamos a ver que puedo hacer con ese perro...!

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