Esto es un convento de monjas, del que la madre Superiora era muy aficionada a la pintura, y pintaba sus cuadros con motivos religiosos.
Un día pintó un Niño Jesús, y llamó a las monjas:
- Hermanas, hermanas, venid a ver el último cuadro que he pintado.
Llegan las monjas y se ponen a alabar el cuadro:
- Oh, qué bonito, que Niño Jesús tan mono, que hasta parece de verdad, bla, bla... ¿Pero no le falta algo?
Todas se quedan extrañadas y empiezan a murmurar:
- Si, parece, no caigo, que puede ser...
Dice la Superiora en tono condescendiente:
- Tranquilas, que me informo y lo arreglo..
Se queda la Superiora sola, y pensando para sí misma: "¿Qué puede ser lo que le falta? Yo lo veo normal. ¡Ah! Ahí fuera está Amadeo, el jardinero. Le preguntaré a él."
Lo manda llamar..
- Amadeo, mira, es que he pintado el cuadro y bla, bla, bla... ¿qué puede ser lo que le falta?
- Mire, madre, es que le falta el pirrín.
- Ah, claro, es que como yo fui novicia de muy niña, claro, no sé de esas cosas. ¿Y cómo es?
- Es queee, explicárselo, así en fríoooo...
- Ya sé, enséñamela y me sirves de modelo.
Entonces Amadeo el jardinero le sirve de modelo para completar el cuadro, y ya pueden imaginarse como queda el Niño Jesús con el pene de Amadeo... Total, que la Madre Superiora llama a las monjas de nuevo:
- Hermanas, venid, que ya he completado el cuadro.
Llegan las monjas, y cuando ya están todas, la Madre Superiora lo muestra, y todas exclaman al unísono:
- ¡Wow! ¡El pito de Amadeo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario