Mi amiguete Diego, logroñés de pro, nos invitó a una merienda-cena en su casa, que como de costumbre resultó opípara, y no faltó el famoso bizcocho de mantequilla, que está estupendíiiisimo aunque engorde una barbaridad, un té afrodisíaco con mucha canela y clavo y otras soberbias viandas. Estos chicarrones del norte saben comer, no es nuevo. El que está espatarrado, como en su casa es el anfitrión Diego, que por algo está en su casa. La que está a su lado es Luci, y luego estamos mi santo Paco y yo, muy modositos en el sofa juntos, como debe ser. Luego vino otro amigo del anfitrión y sus hijos y los amigos de los hijos. Reímos mucho.
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