jueves, 1 de octubre de 2009

Isabel de Inglaterra

según dicen las crónicas, era muy limpia, pues "se bañaba una vez al mes, lo necesitase o no".
Carlos II y su corte son así descritos por Anthony Wood, anticuario de Oxford, en donde pasaron el verano de 1665:
"Aunque pulcros y alegres en apariencia, eran, sin embargo, muy puercos y bestiales, dejando al marcharse sus excrementos en todos los rincones, en chimeneas, gabinetes, carboneras, bodegas. Toscos, ordinarios, putañeros, vanidosos, vacíos, despreocupados".
Desde luego, el Sr. Wood, muy monárquico no parecía. Pero todo esto era normal en la época, y mucho más adelante. En Versalles, ya en el s. XVIII, no había retretes, y era normal que los nobles que por allí pululaban, si sentían la necesidad de hacer aguas menores y mayores, se desahogaran en cualquier rincón, enmedio de aquel lujazo de espejos, dorados, cortinas de seda, etc. que podemos ver ahora si visitamos Versalles. Se limpiaban el culo sin empacho con los cortinajes de brocado de seda, y por eso se perfumaban muchísimo, pero era para que la mierda oliese menos. El botafumeiro, y lo digo aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y ahora escribo sobre estas gorrinadas, fué inventado para que se pudiera estar en la Catedral de Santiago de Compostela, pues los peregrinos, que la abarrotaban y venían de muy lejos sin haberse lavado nunca, y con más m... encima que el rabo de una vaca, apestaban allí dentro, cuando se ponían a sudar. Entonces el olor peregrinero se mezclaba con el del incienso, y al parecer era menos desagradable. Hum...

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