jueves, 21 de enero de 2010
Amritsar es, como tantas otras localidades hindúes próximas a la frontera paquistaní, un lugar ruidoso, polvoriento y atestado de gente, pero es también la sede del impresionante Templo Dorado, el mayor y más sagrado de esta comunidad. La ciudad santa de los sijs fue fundada en 1577 por el cuarto gurú, Ram Das. Aprovechando su estratégica posición en la Ruta de la Seda, los comerciantes se instalaron en ella configurando una rica metrópolis que, tras ser saqueada en 1761 por los afganos, vio cómo el más grande de los sijs, el maharajá Ranjit Singh, la reconstruía y coronaba su templo con la cúpula de oro por la que desde entonces es admirado y reconocido en todo el mundo. Por él murió Indira Gandhi. Los sijs no le perdonaron el que hubiera mandado disparar contra el templo durante una revuelta.Un sij de su guardia personal la mató. Luego fué ahorcado. Para mí es el más bello templo de toda la India. Los sijs son muy acogedores. Yo estuve en uno de sus templos en Delhi y me dejaron pasar con una sonrisa. Pedí permiso para hacer fotos (los templos estos son impresionantes, también por dentro) y me dijeron que por supuesto.Y encima me ofrecieron comida, que acepté Estaba muy buena, acompañada de esos panes planos orientales que tanto me gustan, sin levadura. Y los sijs, vaya raza más guapa. Kabir Bedi, el actor que hizo Sandokán, es un indio sij. Y allí, en ese templo, había cada tío que tiraba de espaldas.Con sus barbas y cabelleras negras, impresionan. Había uno con ojos verdes, que madre mía...Los sijs deben llevar un puñal, una pulsera de acero (compré tres allí) , dejarse la barba y no mentir nunca.
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