La mayoría eran anarquistas de la CNT, y luchaban en las trincheras al lado de los hombres. Pero Líster tuvo que acabar prohibiéndolo, pues las tropas del pueblo estaban hasta los ojos de ladillas, blenorragia y sífilis. Los del lado franquista en cambio no, esos sólo iban de putas cuando les daban permiso. En el frente les bendecía un cura antes de ponerse a pegar tiros y les hacian comulgar. Mi padre no quiso ni confesarse ni comulgar durante toda la guerra, porque albergaba la extraña convicción de que si lo hacía le matarían, en cambio en pecado mortal no le iba a pasar nada. Y le fué bien. Los que sí se pasaban cien pueblos eran los requetés, que como toda la gente del norte, muy machos pero beatos redomados. Estos llevaban cosido en el uniforme encima del corazón un Corazón de Jesús con una inscripción que decía: "Bala, detente".
Toma ya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario