El uso de esta frase se remonta al s. XVII, pues durante los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II se acuñaron en Segovia unas monedas de plata del diámetro de unos 90 milimetros y de valor de 50 reales de plata fuerte, y cientoveinticinco de vellón. Estas monedas se llamaban "tejas", y parece que eran preferibles para cierta clase de pagos, como ahora sucede con los billetes de banco. También se acuñaron de oro del referido diámetro, pero únicamente en el reinado de Felipe IV.
Retrato de Felipe III.
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