Ya sé que lo que voy a escribir va a producir gran hilaridad entre mis lectores. Me da igual, porque
a) Todo lo que digo es verdad.
b) Me importa tres mierdas que se crean que estoy loca. Tal vez tengan razón.
Pero la experiencia me ha enseñado que no se puede uno meter impunemente con los muertos, pues te hacen la puñeta bien. Y no se puede hacer nada.
Hace cosa de pocos minutos había escrito unas peripecias que tuve con mi madre en sus últimas horas, y no la ponía mal, ni mucho menos.Pero no le ha gustado. Lo he escrito en el Word, y cuando ha sido hora de pasarlo al post, no ha habido manera.Es la primera vez que me pasa una cosa así, pues si se trata de algo un poco largo, o que quiera conservar, siempre lo escribo en Word y luego lo paso al blog. Pero esta vez no ha habido manera. Y mi madre es muy puñetera.
Yo no soy de esas personas que piensan que los muertos, por el hecho de estar muertos, ya se convierten en una especie de ángeles o de seres llenos de sabiduaria. No señor. Siguen con la misma mala -o buena- uva de antes, y con todos los rasgos de su carácter. Yo no sé si cuando pasan -si es que pasan, que yo de esto no sé nada- a esferas superiores mejoran, esperemos que sí- pero cuando siguen en el bajo astral, son tan puñeteros como cuando tenían envoltura carnal. Y mi madre es una de éstas. He querido contar algunas cosas sobre ella y ha podido más que el software, la técnica informática y todo el folklore. No he podido de ninguna manera publicar en mi blog lo que había escrito sobre ella. Esperemos que esto pase.Ya me hizo algo parecido con unas fotos. Pero no lo voy a contar, igual se me carga la cámara la mama. ¡Mamá, sé que me estás mirando...!. La foto del fantasma no eres tú, ¿eh?. No me jodas otra vez el post, porfa.
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