sábado, 3 de julio de 2010

¿Por qué las mujeres no van nunca solas a los WCs de bares y restaurantes?





Pues no tengo ni idea. Yo no lo he hecho nunca, y la verdad es que prefiero ir sola. No sé si es que tienen miedo a que las violen, (pocas probabilidades, la verdad, yo no sé que las violaciones sean más numerosas o simplemente en la misma proporción que en los descampados y sitios así). Otra cosa que me choca mucho - y esto solo lo he observado en los wc femeninos, pues en los masculinos no suelo entrar- es que cuando se entra en el retrete y hay papeles en la taza, a nadie, (sólo a mí), se le ocurre soltar el agua. En vez de eso se van a otro que no tenga papeles y si todos los tienen, entonces, en vez de soltar el agua en uno de ellos, mean o lo que sea encima de los papeles y luego nunca tiran de la cadena, con lo que se arman unos atascos espantosos, que luego las sufridas limpiadoras tienen que desembozar. Esto yo ya lo había notado, pero fueron las limpiadoras del aeropuerto, donde yo antes trabajaba, quienes me lo confirmaron. Otra cosa muy femenina (y que yo tampoco hago, debo ser una marimacho y no me he enterado) es que aunque se estén muriendo de ganas de hacer pipí o caca, si el vater de marras está asqueroso prefieren aguantarse. Yo no, la verdad. En estos casos lo hago donde puedo. Y de este modo mis experiencias escatológicas en váteres de todas las latitudes podrían ser tema de un libro gordo. Solo recordaré la tremenda que me ocurrió en Kenia, en un poblado kikuyu.Los kikuyus son negros agricultores, a diferencia de los masai, que son pastores. Pues iba yo con Paco y el guía negro en un jeep por una carretera kenyata cuando me entraron unas ganas irreprimibles de mear. Se lo dije al chófer-guía y me contestó que cerca había un poblado kikuyu y allí podría ir al vater. Me extrañó que hubiera eso, pues yo pensaba que lo hacían detrás de una mata. Pero paramos y una negra regordeta y reluciente ,vestida de colores vivos, nos señaló una especie de caseta hecha con planchas de lata. Yo me dirigí allí y al entrar ví que había cuatro planchas y enmedio un agujero cuadrado, donde se suponía había que hacer las necesidades. Pero como soy gata vieja, con muchas precauciones puse primero un piececito encima de una de esas planchas, y, como me temía, cedió, y mi pie se hundió en la mierda más negra (con perdón)que he visto en mi vida, con su perfume correspondiente. Era, simplamente, un pozo negro. Saqué el pie embadurnado hasta el tobillo e hice por la parte de detrás del "vater" lo que tenía que hacer.
Me parece que esta odisea caganera ya la había contado antes, pero bueno, siempre habrá alguien que no la leyó.
Cuado volvimos al hotel de Nairobi, que por cierto era el Hilton y las paredes estaban desconchadas y parecía más una fonda extremeña del siglo XIX qie un hotel de una cadena prestigiosa, (no comprendo como los de la cadena hotelera no vigilan más estos detalles, que no les hacen ningún bien, pero hace ya años de esto, y a lo mejor lo han arreglado),pues como iba diciendo, cuando llegamos al hotel me dí un baño y me limpié el asqueroso pié durante mucho rato, pero las deportivas (la derecha)quedaron tan apestosas que tuve que tirarlas. Menos mal que llevaba calzado de repuesto.
Otro día contaré mis experiencias en otros váteres guarrísimos, como los de mujeres del Vaticano (SÍ, SÍ, al menos cuando fuí yo a mis 20 añitos), los de las ciudades nepalíes,los de la cárcel de Palma, etc.)
Pues si alguien sabe aclararme el por qué de que las mujeres vayan siempre en grupito al baño, porfa que me lo diga, que yo tampoco lo entiendo.)

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