domingo, 29 de agosto de 2010
La muerte de María Antonia
María Antonia era compañera mía de trabajo. Ambas teníamos treinta y poquísimos años y estábamosa casadas. Ella no era guapa, pero sí resultona y atractiva, y además vestía muy bien, por lo que las demás le tenían envidia.
Le iba la marcha, y le gustaba salir todas las noches de bailoteo por ahí. Se casó con un chico que era lo menos apropiado para ella, nunca entenderé por qué. Era serio, casero, algo soso y la quería con locura. Ella, no sé. El caso es que tuvieron una niña, a la que ambos adoraban. Pero cuando pudo, María Antonia volvió a las andadas. Se empeñaba en que salieran de juerga todas las noches, y el marido no gustaba de tanto ajetreo.Quería hacer vida de familia. Ella se aburría en casa. Al final, ella se iba sola por los night clubs y él se quedaba cuidando de la niña.
Llegó un momento en que la situación se hizo insostenible y se separaron. Ella se quedó con la hija. Pero antes, para divorciarse, primero había que estar separados -aunque legalmente casados- un par de años, y entonces ya concedían el divorcio. Es en este lapso de tiempo que ocurrió lo inesperado. El marido, subiendo a la niña en el cochecito por unas escaleras, se cayó de espaldas y se desnucó.
De esta forma, ella se quedó como heredera de su marido, y además tenía suscrito un seguro fabuloso a su favor en caso de accidente de él. Se vió Maria Antonia de pronto libre y riquísima. El día del entierro, los familiares de él no la dejaron entrar en la iglesia, y casi la linchan. No podían soportar que, encima -ellos pensaban- que era la causante de aquel desastre, se ganara por la patilla una cantidad fabulosa de dinero.
Viuda, María Antonia empezó a gastarse la pasta. Vivía en un apartamento magnífico, se compraba toda la ropa que quería, un coche estupendo, joyas, etc. Dejó de trabajar, pero de vez en cuando venía a vernos a la oficina.
A mí me horrorizaba la forma en que trataba las cosas que se compraba. Recuerdo que adquirió un reloj Omega de titanio, el último grito, que le costó una indecencia,y que yo, cuando le pedí que me lo dejara ver, me lo tiró, y cayó sobre el mostrador, dandose un golpazo que no resiste el mejor reloj. Yo me enfadaba por estas cosas, y ella se reía y decía que yo era una materialista. Una vez le alabé unos preciosos pendientes de diseño moderno, con rubíes y esmeraldas, que eran realmente maravillosos, y se los había regalado un amigo. Me los ofreció. Estoy segura de que si le hubiera cogido la palabra, hoy serían míos. Pero yo le dije que estaba loca, que no se podía ir por la vida de esta manera.
Lo peor es que se sintió una mujer de mundo, una aventurera, queriendo vivir experiencias al límite, o como dicen los ingleses, "walking on the wild side". Empezó a tratarse con gente patibularia, drogadictos, marginados y sinvergüenzas de altos vuelos. Ella me contaba cosas, y yo le decía que tuviera cuidado, porque además se los metía en casa. Pero no me hizo nunca caso.
Un día apareció degollada en su coche, en una carretera secundaria. Le habían cortado la garganta de oreja a oreja.
No me extrañó, yo ya sabía que acabaría mal.
Nunca se supo quién fué el asesino.
Pobre Maria Antonia, ella solo quería pasarlo bien. Era una buena chica, mejor que muchas que la criticaron.
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