martes, 24 de agosto de 2010
La Revolución Francesa
Antes de su derrocamiento en el año 1789, la monarquía francesa se había vuelto corrupta y avariciosa, alimentando así el resentimiento de las clases media y baja. Mientras los campesinos franceses morían de hambre, la nobleza disfrutaba de una vida de lujo. Se dice que cuando la reina Maria Antonieta (que no era más tonta porque no se entrenaba, la pobre...) oía gritar a la plebe hambrienta, se ponía nerviosa, y un día preguntó el por qué de tanto escándalo.
-¿Por qué grita así esa gente?
-No tienen pan, señora...
-¡Pues que coman bizcocho!
Esta anécdota no se sabe si es cierta o no, pero el indignado pueblo de París se la creyó enseguida.
En aquellos tiempos los prisioneros políticos eran enviados a La Bastilla, una temida prisión situada en el centro de París.
La Revolución comenzó el 14 de julio de 1789 presisamente con la toma de La Bastilla para liberar a los prisioneros. Los revolucionarios buscaban un cambio radical de la sociedad francesa y estaban dispuestos a utilizar la violencia para conseguirlo. Enardecidos con las ideas de la Ilustración sobre la libertad, la igualdad y la fraternidad, querían acabar con la monarquía herditaria y con el poder de la Iglesia. Incluso pretendían cambiar el calendario existente por otro más racional.
La Revolución se sumió en la violencia e incluso en la anarquía. En pocos años, miles de hombres y mujeres fueron ejecutados en la guillotina, que aunque era una barbaridad, era una muerte más piadosa que las tremendas ejecuciones de la época monárquica.
Teñida de sangre, la guillotina se erguía cuatro metros en el centro de una plaza en el corazón de París. La que ahora se llama Plaza de la Concordia. Un fabricante de clavicordios de la capital construyó el macabro artilugio por 960 francos, que fué ideado por un médico, el Dr. Guillotin.
Como era de esperar, la mayoría de la gente que murió en la guillotina fué por causas políticas, no por ser criminales.Aunque algunos se lo merecían.
La derrota de una de las monarquías más poderosas y admiradas de Europa a manos del pueblo hizo temblar los cimientos del Continente. Los años de la monarquía absoluta habian llegado a su fin.
Antes de la Revolución, solo los nobles tenían el privilegio de ser ejecutados mediante la decapitación, entendida como honrosa. El pueblo llano era ahorcado, pero sin nudo corredizo, lo que hacía que los pobres desgraciados tardaran mucho en morir, y era costumbre que la gente fuera al "Gibet(cadalso) de Montfaucon", a la entrada de París, sitio en que se podían ahorcar a bastantes a la vez, para ver a los reos "bailar al extremo de una cuerda".
Para los protaurinos,seguramente esto debiera conservarse y los franceses resucitarlo, pues también era una tradición muy arraigada.
El himno de la Revolución fué La Marsellesa. La escribió un oficial revolucionario de la ciudad de Marsella en 1792. Su letra, sedienta de sangre, anima a los franceses a "Marchar,que una sangre impura riegue nuestros surcos" (marchons, marchons, qu'un sang impur- arrose nos sillons...),
Los monarquicos franceses, ya en el s. XX, intentaron que se cambiase la letra, pero pincharon en hueso, la Marsellesa es mucha Marsellesa, y no cambiaron ni una coma.
A veces los franceses hasta hacen cosas acertadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario