viernes, 27 de agosto de 2010
Rumores de la Caleta y trastazo
Ayer Paco y yo fuimos a esta calita, que se llama "Sa cala de Sa Barca Trencada" (traducción: "la cala de la barca rota"). No la conocíamos, pero es que en Mallorca sucede esto, que puedes estar viviendo toda la vida y siempre descubres algo nuevo. Queríamos ir a Cala Mondragó, que es Parque Natural (ya puse una entrada sobre esto hace unos dias), y al lado encontramos esta preciosa playita, de agua limpísima y arena blanca. Lo pasamos muy bien. Compramos cosas de comer en el pueblo de Campos, en una maravillosa pasteleria-panaderia llamada "Casa Pomar"(muuuuuyyyyy recomendable),(no me dan nada por la propa) y después de nadar y estar tumbados un rato a la sombra de una sombrilla nos fuimos a dar cuenta de nuestras viandas en el precioso y enorme pinar que rodea a la calita. Lo pasamos muy bien, si no hubiese sido por un detalle. Al regresar a casa me acordé de que las gatas no tenían latas, y paramos en un supermercado de un pueblo a comprar. Yo en cuanto entré, ví un suelo limpio limpísimo, acabado de lavar y pulimentar, que parecía un espejo. Yo le dije a Paco:
-Ideal para pegarse un tortazo.
Cuando diez minutos después íbamos a pagar a la caja, yo resbalé y me pegué un ostión en la rodila izquierda que me pensé que me había roto algo. Pero no, solo me ha salido un morado enorme, pero como estoy morena, casi no se nota. Pero si me llego a caer donde la operación, me parto la cadera, la prótesis y el alma de paso.
Algunas amas de casa que en tan intempestiva hora para ir de compras (hacía un calor de unos 36º, Mallorca en verano es calurosa y además hace una humedad terrible, parece Guinea),estaban comprando, vinieron en mi ayuda, peor las que más se asustaron fueron las empleadas del local, que me parece temían que las denunciase. Yo me levante esnseguida, pero ellas estaban muy asustadas. Me ofrecieron agua, alcohol y no sé cuantas cosas más. Yo les dije, amablemente:
-¡Es que no se puede ser tan limpias!. ¡Cuando he entrado le he dicho a mi marido que este suelo como un espejo era ideal para darse un trompazo, y ha sido premonitorio!
Las mujeres estaban consternadas, pero nosotros no y nos fuimos hacia el coche con las compras.Yo notaba que al doblar la rodilla me hacía "cric, cric", pero no me dolía, y hoy sigue con los crics pero no me duele a menos que me arrodille, pero como no es una postura que suela adoptar, pues no me duele. En otra ocasión contaré la historia tremenda de mis caídas de rodillas. Debe ser el Sumo Hacedor, que al verme tan poco humilde, se obstina en humillarme haciendo que me postre sin querer postrarme.Porque de las oraciones musulmanas, estoy exenta de postración, y las hago de pie o sentada. El ciru que me operó de la cadera, cuando le conté que las rodillas me dolían, me dijo:
-Pues no te arrodilles.
Muy fácil decir eso, pero cuando el Sumo Hacedor se empeña, bien que me hace arrodillar, pese a quien pese. Espero no terminar mi vida en un carrito.
Cuando era pequeña en la calle San Miguel, de Palma, había un tullido que vendía lotería en un carrito, y cuando terminaba, ponía en marcha un motorcito y se iba en el carrito. Yo le tenía gran envidia, y cuando le decía a mi madre que me gustaría ir en uno, me decía:
-¡¡Calla, desgraciada!!
Ahora me parece que no me gustaria tanto.
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