Como todos los años, celebramos cerca del pueblo de Biniali (de toponimia más árabe imposible, pues quiere decir "los hijos de Ali")la comida-fiesta de fin del Ramadán. Cada uno contribuye con lo que puede, y el resultado no puede ser más apetitoso.
Los hombres y las mujeres comemos separados, y nosotras somos las que repartimos la comida. Lo pasamos estupendamente, y la meteorología acompañó, pues estaba nublado, con lo que nos evitamos pasar calor, pero no llovió. Antes de comer rezamos en una mantas que pusimos en el suelo.
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