sábado, 18 de septiembre de 2010
Cosas de milicos
Ya he dicho varias veces que mi padre me educó como a un boy scout, o un recluta. Y se lo agradezco. Entre otras muchas cosas, me inculcó el valor, y me tengo por persona no precisamente cobarde, y el honor.Respecto a esta última virtud,en mi caso habría mucho que hablar,pero no es el momento.
Mi padre consideraba la honradez y la valentía como las principales virtudes, cosa que también hacían muchos filósofos clásicos y los caballeros medievales. Y también me enseño que jamas hay que llorar en público. En mis primeros años de colegio me hacían muchas faenas y estaba muy sola, y mi padre me decía, además de enseñarme a defenderme:
-Nunca llores en público. Por muy mal que te sientas, te aguantas y esperas a estar en casa. Ahí puedes llorar todo lo que quieras.
Y así lo hice siempre, y lo sigo haciendo, Yo, cuando veía otras niñas de mi edad llorando, las despreciaba. Pensaba que eran cobardes.
Esto del no llorar ha tenido por resultado que hace ya muchos años que no puedo hacerlo, me es físicamente imposible. Y ha habido veces que, entre las paredes de mi casa, una buena llantina me habría servido de mucho, pero si como si quieres arroz, Catalina. No me sale ni una sola lágrima.A veces, varios meses después.
En el libro ese que antes dije que estaba muy bien, y que estoy ya terminando, "Anatomia del miedo.Un tratado sobre la valentía", dice cosas muy interesantes. Por ejemplo, habla de cómo se educa a los marines y otros cuerpos de élite, para convertirlos en máquinas de matar, en psicópatas descerebrados. Habla un ex-marine USA:
"-Primero te agotan físicamente y después empiezan los abusos verbales:Te insultan, te escupen, te empujan, se te mean encima... hasta que anulan tu personalidad y comienza la reprogramación. Se trata, ante todo, de impedir cualquier pensamiento independiente, y de implantar un mecanismo automático de obediencia que sea infalible y sustituya a la propia voluntad, se oponga a las intermitencias del corazón y bloquee la aparición de ocurrencias críticas.
En la preparación no hay solo esta robotización de la persona, sino muchas cosas más: Un sentimiento de orgullo, de compañerismo, de poder, de misión. que forma parte de tu nueva mentalidad.Muchos reclutas que proceden de entornos muy deprimidos -personas con frecuencia marginales, para quienes ni la propia vida ni la vida ajena tenía ningún valor- encuentran en esa disciplina, en la obsesión de evitar un modelo humano -el marine- un sentido para sus vidas, un reconocimiento social. Son métodos que funcionan con igual eficacia en muchas sectas religiosas. En el caso de los marines, se les enseña "que los civiles son una manada de ovejas,unos debiles mentales, y nosotros somos guerreros, podemos morir en cualquier momento,por eso el libertinaje está permitido y volarle a alguien la cabeza a quinientos metros es una machada, lo he hecho muchas veces. Tu primer muerto se celebra, es un acto liturgico, un bautismo de sangre. A partir de ahí matar se convierte en un gozo casi sexual, llegas al nirvana, te sientes poderoso."
No creo que pensaran cosas muy diferentes los soldados de nuestros gloriosos Tercios de Flandes.
Sigue el autor del libro diciendo que aunque esta educación de asesinos es una barbaridad, a la hora de tener que defenderse con las armas, un país con un ejército así sería necesario, y no teniendo "un ejército dubitativo,asambleario, crítico, democrático..." Puede ser verdad, pero a mí me parece que el fin no justifica los medios, y los marines, el ejemplo más flagrante de esta "educación", ha perpetrado en el Tercer Mundo tantas matanzas de civiles que no tienen perdón de Dios.
Lo que es curioso es ese desprecio que dicen tener por los civiles. Yo me crié entre militares,los compañeros de mi padre, y trabajé en el laboratorio de explosivos de un cuartel durante 5 años, y en este punto pensaba exactamente igual que los marines: Que un civil era poco menos que una mierda pinchada en un palo. ¿De dónde me vino esta idea?. Mi padre nunca me dijo tal cosa. Y no recuerdo que en mi entorno se hablase así. Pero yo lo creía firmemente. Cuando dejé el Ejército por causas opuestas a mi voluntad y pasé a trabajar con civiles, noté mucho la diferencia, me parecían unos seres casi amariconados (con perdón para los gays, que también pueden ser MUY valientes), débiles,llenos de manías... Y es que no hay vuelta de hoja,los milicos nunca se distinguirán por su cultura y su sensibilidad, pero están educados para ser valientes, y lo son más que los civiles.O si no, que baje Dios y lo vea.
Aunque haya muchas y honrosas excepciones...
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