viernes, 22 de octubre de 2010
Los fakires
Cuando hablamos de los fakires, solemos imaginar más o menos lo mismo, un hombre que desafía al dolor (haciendo gala de un extraordinario autocontrol) mediante diversos métodos, como pueden ser acostarse sobre una cama de pinchos o atravesar sus carnes con agujas y ganchos. Estos personajes están envueltos en un halo de misterio y a menudo, sus historias superan los límites de la realidad.
La palabra fakir (faqīr) significa “el que necesita a Alá”, considerados santos por unos e ingeniosos magos por otros, profesan el voto de pobreza como parte de su filosofía y ejercitan el dominio del propio dolor, llegando a superar con creces lo que al resto de los mortales nos resultaría insoportable. Estos religiosos mendicantes, dependían de estas espectaculares actuaciones para poder subsistir (ya que vivían de la limosna), llegando a crear un amplio abanico de trucos para atraer al mayor número posible de espectadores.
Caminar sobre brasas o cristales, introducirse ascuas en la boca, pasar meses sin comer o dormir en una cama de clavos son algunas de las prácticas comunes entre ellos, y con las que pretendían demostrar que, llevando el cuerpo y la mente a un estado de “santidad” (mediante la oración y la disciplina) podían realizar cosas imposibles.
Curiosamente, aunque los fakires realizasen trucos realmente espectaculares y no necesitasen de la exageración, la leyenda los ha llevado más allá.
Uno de los más famosos trucos atribuidos a los fakires es el de la cuerda india, este fenómeno consistía en que un muchacho joven ascendía por una cuerda (aparentemente sostenida en el aire) para desaparecer cuando llegaba al extremo de la misma. Poco después, para asombro (y desagrado) de los presentes, caían trozos del cuerpo de este joven. Finalmente, descendía de la cuerda el presunto “desmembrador” y realizando unos “pases mágicos” hacía aparecer de nuevo al muchacho, ésta vez sin un rasguño.
Esta proeza se hizo tan popular que, durante el siglo XIX, el virrey de la India llegó a ofrecer una recompensa de 1.000 libras a quien ejecutase este truco delante del príncipe de Gales, para impresionarle durante una de sus visitas a la India. Nadie acudió a tal llamada, el motivo es que nunca existió ningún fakir que ejecutase dicho truco.
Todo había sido un rumor iniciado en 1888 por un periódico norteamericano (el Chicago Tribune), tras lo cual todo el mundo comenzó a darlo como cierto. Incluso después de que el periódico lo desmintiera, la leyenda continuó vigente. Y más aún, hubo algunos magos de la época que dijeron poder hacerlo, e incluso uno de ellos dijo que la explicación era que se usaban dos hermanos gemelos, a uno de los cuales se le desmembraba realmente.
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