viernes, 29 de octubre de 2010

Paul ha muerto


Pulpo Paul

El mundo entero está de luto. La preocupación por la crisis, el paro y la congelación de las pensiones ha pasado a un segundo plano. El pulpo Paul ha muerto en su pecera, a los tres años de edad. La consternación por el fallecimiento de este peculiar cefalópodo, con más visión de futuro que la de algunos políticos, amado por unos y odiado por otros, nos has sobrecogido a todos. Será difícil encontrar un sucesor.
La puja por el cuerpo inerte de Paul ha empezado. La localidad gallega de O Carballiño está dispuesta a pagar hasta 300.000 euros para hacerse con él. O Carballiño es famosa por su Festa do Pulpo, una celebración considerada de interés turístico. Pero, no se alarmen. El propósito no es el de hacerlo al estilo A Feira, sino conservarlo como reliquia en un museo que se construirá para tal fin: el Museo del Pulpo.
Aunque el fallecimiento se ha producido a una edad razonable, hay quien afirma que lo que realmente acabó con su existencia no fue la vejez, sino el fuerte estrés al que fue sometido. Y es que ser una estrella no es nada fácil. Y si no, que se lo pregunten a la Esteban.
No ha habido nadie capaz de explicar cómo el cefalópodo más famoso del mundo podía acertar con los resultados futboleros. Pero lo cierto es que está demostrado científicamente que es uno de los invertebrados más inteligentes del universo marino, poseedor de una capacidad asombrosa de aprendizaje y resolución de problemas.
El secreto podría estar en su complejo sistema nervioso y en su cerebro, relativamente grande en comparación con el resto de su cuerpo. Se calcula que tiene 500 millones de neuronas y la mitad de ellas se encuentran en sus brazos. De ahí que se diga que los pulpos poseen nueve cerebros (ya quisieran algunos tener aunque fuera uno sólo). La verdad es que debe ser harto difícil ponerse de acuerdo con uno mismo con esa cantidad, teniendo en cuenta que los humanos ya nos hacemos un lío con sólo uno.
Y un dato curioso: existe una teoría, aún no demostrada, que dice que, cuando un pulpo es sometido a gran estrés, llega a comerse sus propios brazos. Este raro comportamiento se llama “autofagia” (igual que nosotros las uñas, pero más exagerado y doloroso). Lo más plausible en este caso es que sólo se trate de un trastorno en su sistema nervioso provocado por algún virus.
En fin, querido cefalópodo. Mi más sentido pésame a tu familia y amigos. Nos veremos en el Paraíso.

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