jueves, 18 de noviembre de 2010
El problemático amaranto
El amaranto es una planta que pertenece a la familia de las amarantáceas; según evidencias arqueológicas se cree que es originario de Puebla, México. Se ha cultivado desde Arizona y Nuevo México en Estados Unidos, hasta Perú y Bolivia. Su nombre significa vida eterna debido a que crece en tierra poco fértil y con una mínima cantidad de agua también porque una sola planta puede producir cerca de un millón de semillas, y sin ser gramíneas, pueden conservar sus propiedades por más de 40 años. En México se cultiva en los estados de Puebla, Veracruz, Tlaxcala, Distrito Federal y el Estado de México.
Tiene un alto valor nutritivo debido a la cantidad y calidad de sus proteínas; cuenta con el doble de proteína que el maíz y el arroz, y de un 60 a 80 por ciento más que el trigo. De igual manera posee el doble de lisina (un aminoácido proteico) que el trigo y el triple que el maíz. Es rico en fibra dietética, calcio, hierro, almidón amilopectinado, metionina, vitamina C y complejo B; grasas poliinsaturadas y es bajo en gluten.
Por su elevado nivel nutrimental, desde 1979 la Academia de Ciencias de los Estados Unidos de Norte América (NAS, por sus siglas en inglés) y la Organización para la Alimentación y Agricultura de las Naciones Unidas (FAO) determinaron al amaranto como uno de los cultivos en el mundo con un elevado potencial para su explotación económica y nutricional a gran escala. Así mismo, lo calificaron como el mejor alimento de origen vegetal para consumo humano.
Aunque este cereal es una de las fuentes de proteínas más ricas del reino vegetal y era muy apreciado como parte de la dieta en la época prehispánica, los conquistadores lo prohibieron por motivos religiosos, los mexicas elaboraban figuras de esta semilla mezclada con la sangre de los sacrificados. Después de realizar una danza en torno a esos ídolos, los dignatarios los comían para llenarse de fuerza y vigor.
Tal practica fue prohibida por hallarse muy lejos de las costumbres de la fe católica. Las investigaciones han demostrado que el amaranto también aporta minerales y vitaminas, por lo que promueven actualmente su consumo. Sin embargo, éste continúa limitado a los dulces conocidos como "alegrías" o a las palanquetas que se venden en las calles.
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