miércoles, 24 de noviembre de 2010
Ni quito ni pongo rey
Muchas veces habremos oído la frase o refrán o como queráis llamarlo, “Ni quito ni pongo rey“, para referirse al hecho de ayudar a alguien, o ponerse de su parte, interviniendo en su favor con motivo de algún compromiso previo o bien como excusa para no comprometerse.
Pues ahí donde la tenéis se trata de una frase histórica de vital importancia en la Historia de España pues, en cierto modo, justificó un suceso que propició la muerte de Pedro el Cruel en la lucha que lo enfrentaba a Enrique de Trastamara y que, además, dio entrada a la casa de los Trastamara en la Corona de Castilla, donde gobernaron desde el año 1369 al 1504.
Cuentas que la frase la dijo Bertrand Duguesclin (de apellido De Clequin), enviado por la Corona de Francia junto a las Compañías Blancas para ayudar a Enrique. Por su parte, la Corona de Inglaterra había enviado a Eduardo, Príncipe de Gales (el famoso Príncipe Negro), en ayuda de Pedro I.
Aquella guerra civil que enfrentaba el rey de Castilla con el pretendiente a la Corona, había tomado claros partidarios más allá de nuestra fronteras, ingleses y franceses, siempre enfrentados por aquella época, y con la clara intención de llevar hacia su lado a los castellanos, cuya escuadra militar era famosa por su poderío.
Era Pedro I, conocido por el apodo de “El Cruel” pues tales eran sus valores que mandó asesinar a la amante de su padre, Leonor de Guzmán, y a seis de sus hermanastros, quedando sólo vivo, Enrique de Trastamara. Fue el inicio de un odio visceral que tendría su desenlace el 23 de marzo de 1369.
Llego el momento en que ambos, Pedro y Enrique se enfrentaron cuerpo a cuerpo. En el momento crucial, y cuando todo parecía decantarse hacia el rey castellano, Bertrand Duguesclin agarró por los pies a Pedro I, momento que aprovechó Enrique de Trastamara para reponerse y asestarle el golpe final. El francés, mientras le sujetaba los pies pronunció la conocida frase: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor“.
Curiosamente, la frase también la utilizó posteriormente Miguel de Cervantes en su Quijote. Fue Sancho Panza el que la utilizó en el episodio en que Don Quijote, aprovechando que estaba dormido su escudero, intentó darle los tres mil y un azotes necesarios para desencantar a Dulcinea. Despertándose, Sancho Panza arremetió contra su señor, y cuando éste le recriminó tal acción, le contestó el graicoso escudero: “Ni quito ni pongo rey, sino ayudóme a mí, que soy mi señor”.
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