miércoles, 16 de marzo de 2011
Los perfumes
Los perfumes me chiflan.Sobre todo los franceses, sobre todo los de Guerlain (Shalimar, L'heure bleue)y sobre todo los de Serge Lutens, que son muy minoritarios porque son orientales fuertes y de flores fuertes también, como "À la nuit", que es clavado el olor del jazmín en una noche de verano.
Cuando era pequeña mi madre usaba Chanel nº 5, y ése fué mi primer perfume. No me lo ponía, porque hubiese cantado demasiado, pero iba a su tocador, lo abría y lo olía, y me parecía que en el mundo no podía haber un olor tan maravilloso. Hoy lo uso, al mismo tiempo que los otros.
Durante muchos años fuí fiel a Arpège, de Lanvin, pero dejaron de fabricarlo. Además, lo tenía tan olido que ya casi no me daba cuenta de que lo llevaba. Y es que yo me perfumo para mí, no tanto como para los demás.
La palabra "perfume" viene del latín, y luego el italiano, "pro fumo", que quiere decir "por el humo". Y es que los primeros aromas no eran líquidos, sino que se quemaban en los templos, tanto paganos como cristianos. Se quemaba mirra, incienso y maderas olorosas como el sándalo. Muchas veces no era solo para dar ambiente piadoso -que a mí me parece que para eso no sirve demasiado- sino para apagar el pestazo de los fieles por la falta de higiene. Por ejemplo, el famoso botafumeiro de la catedral de Santiago tenía como fin el que no se notase tanto el olor a sudor y m... y otros fluidos de los peregrinos que atestaban el templo, recién llegados de una peregrinación larguísima.
En tiempos del esplendor de Versalles, y antes, se empleaban también para disimular los olores corporales, pues la gente no se lavaba nada, eso era cosa de árabes y otra gente bárbara. Usaban aromas para lo mismo que los peregrinos. Y aunque parezca imposible, en el palacio de Versalles, por ejemplo, no había ni un solo wc. Los nobles y cortesanos cagaban (con perdón) y cosas así, detrás de los pesados cortinajes de seda, y luego usaban éstos para limpiarse el culo.
En la Edad Media estaba muy mal visto lavarse, era pecado y cosa de moros.Decían que el Cid era tan machote, tan machote, que sólo se lavó dos veces en su vida: El día que nació, que le lavaron, y el de su boda. Seguramente para que Doña Jimena, que debía ir fina tambien, no se desmayase de entrada.
Hélas, hélas, hélas...
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