lunes, 18 de julio de 2011

Hoy, 18 de julio, se cumplen 75 años del comienzo de la guerra de España

La guerra de España,también llamada "la última guerra romántica", -si una guerra cualquiera puede serlo-, porque se luchó por unos ideales (más desde la izquierda que de la derecha,que no quería perder sus privilegios), duró de 1936 a 1939.
La insurrección militar de julio de 1936 contra el gobierno legítimo de la II República y antesala de la "guerra civil", arrancó en Melilla, el 17 de julio. Ante la lentitud del gobierno republicano de Casares Quiroga, la rebelión saltó el 18 y 19 de julio a Canarias y a la Península, respectivamente. Dirigida por los generales Mola, Queipo de Llano, Goded y Franco, fue este último el que tras confirmar el triunfo de la insurrección en Canarias, volo a Marruecos el 19 de julio para ponerse al frente del ejército de Africa. Acto seguido se sumaron a los sublevados Galicia, Navarra y Castilla-León, Oviedo, Granada y Zaragoza. Pero el "alzamiento" fracasó en Asturias, Cantabria y Euskadi, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla-La Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía. En Barcelona, una curiosa colaboración de la Guardia Civil, la CNT y la Guardia de Asalto impidió el golpe.
Franco tuvo la "suerte" que los tres generales que la ayudaron murieron en extraños accidentes y raras circunstancias, con lo que tuvimos "caudillo" para más de 40 años...
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Se cumplen 75 años del criminal golpe de estado militar-conservador-católico-fascista contra la legítima Segunda República. En esta fecha hay que hacer memoria y recordar que era lo que se pretendía con tal acción, que se convirtió en guerra civil y que sumió a España y a los españoles en la oscura noche de la dictadura franquista, durante más de cuarenta años.
El verdadero sentido de la rebelión era: políticamente anticonstitucional; socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista y moralmente inhumano.
El general Vicente Rojo dice que el plan de acción del golpe de estado, abarcaba todos los sectores y actividades, como quedaría al descubierto en las primeras horas de la rebelión, comprendiendo una acción de fuerza militar realizada desde diferentes puntos de España y África; una colaboración religiosa, que abarcaba Salamanca, Pamplona y Roma; una acción social, que debía poner en juego a la banca, judicatura, industria y grupos políticos de acción y violencia; y por último una acción rectora de conjunto, que habría que manejar todos los resortes conectados: ayuda diplomática, financiera, de armamento y personal voluntario.
Si los fines a alcanzar en el desarrollo del plan no estaban completamente desarrollados ni claramente expuestos (el levantamiento se hizo al grito de ¡Viva la República!), si lo estaban las finalidades particulares a alcanzar por cada uno de los grupos que integraban la coalición revolucionaria:
- Para la aristocracia, la conservación del rango y los privilegios.
- Para el capitalismo, la libertad de explotación del factor humano y la defensa a ultranza de la propiedad.
- Para los religiosos la anulación de las disposiciones que habían mermado los fueros de la Iglesia.
- Para los terratenientes e industriales, impedir la reforma agraria y la intervención obrera en las empresas.
- Para los árbitros de la prensa, el derecho a crear la opinión y a defender el negocio.
- Para los militares, profesionales, burócratas y burgueses, la restauración de un orden rígido y autoritario que respetase el escalafón, la jerarquía, la antigüedad y las prebendas.
En suma el golpe de estado era una acción de “intereses creados”, defensa de “intereses creados”, restauración de “intereses creados”…, encubiertos en ideales religiosos, sociales, políticos, siempre en tonos elevados, representados por la Falange y otros partidos de la derecha conservadora y católica. El triunfo podría ser de y para los “intereses creados” pero no para el pueblo; y el pueblo era España.
Frente a esta rebelión, el Estado tenía el deber de defenderse, defendiendo lo que los comicios habían revelado como voluntad nacional. La defensa era legítima; el ataque contra la razón y la ley, no.
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Entresacado del libro de Jorge M. Reverte “Vicente Rojo. Historia de la guerra civil española” (2010)



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