viernes, 26 de agosto de 2011

¿Existe la casualidad?











La noche del 28 de julio de 1900 el rey de Italia, Humberto I, cenaba en un restaurante de Monza. Al otro día debía presenciar un espectáculo de atletismo en la ciudad. Durante la cena, grande fue su sorpresa al notar que el dueño del lugar era un hombre idéntico a él. Curioso, decidió averiguar un poco más y la sorpresa posterior fue aún mayor.
El posadero se llamaba Humberto como él, había inaugurado el restaurante el mismo día en que el rey había sido coronado y, además, se había casado el mismo día que el rey y los dos con mujeres que se llamaban igual: Margarita. Entusiasmado por la serie de coincidencias, el rey invitó al posadero al espectáculo del día siguiente.
Pero el otro día el hombre del restaurante no apareció. Había sido asesinado en circunstancias misteriosas.
Poco tiempo tuvo el rey para reaccionar ante la noticia. De la multitud que se encontraba en el espectáculo surgió un anarquista que disparó contra su cabeza, dándole muerte en el instante y cerrando magistralmente el ciclo de coincidencias entre ambos hombres.
La historia circula en Internet entre las más populares cuando uno busca datos acerca de coincidencias. Es probable que sea cierta, pero también es probable que esté revestida de misticismo y bastante retocada. Sin embargo no es la única historia que circula de este estilo.
Las coincidencias son un fenómeno todavía no muy explorado por los científicos, y que resulta realmente curioso y que, por ahora, desprende más preguntas que respuestas. Es un tema que produce gran sorpresa.
El psicólogo e investigador Gustav Jung si que lo estudió y lo llamó sincronicidad. Postuló que habría un principio de vinculación no causal que se manifiesta a través de las coincidencias y que no necesariamente corresponden a la relación lógica causa-efecto. Sin embargo esto todavía está en el campo de la especulación. No así los hechos reales que demuestran la existencia de estas coincidencias y que son tan significativas que cabría decir que “estas coincidencias, no son casuales”.
Otro caso ejemplificador de este tipo de hechos corresponde al de la historia conocida como “Tres náufragos”. Se trata de tres naufragios que ocurrieron en mares británicos.
- El 5 de diciembre de 1664, (aunque algunos postulan que ocurrió el 15 del mismo mes), un barco se hunde en el estrecho de Menay en la costa de Gales, muriendo 82 pasajeros. Sólo sobrevive un hombre, un tal Hugh Williams.
- Otro 5 de diciembre, pero de 1785, un barco se hunde en la misma zona. Mueren 60 pasajeros, salvo uno, llamado Hugh Williams.
- Por último, en el año 1860, un 5 de agosto, se hunde el tercer barco en la zona. La historia se repite, mueren todos sus ocupantes salvo un único pasajero… de nombre Hugh Williams.
Tal vez no sean numerosos estos casos que salen a la luz, e incluso puede que exista alguna fórmula matemática que explique racionalmente estos hechos. Sin embargo, que no salgan a la luz no significa que no existan. Incluso indagando resulta tan frecuente como que todos pasamos por coincidencias mas o menos asombrosas durante nuestras vidas, con frecuencia casi diaria. Encontrarse con alguien cuando estábamos pensando en esa persona, toparse con la respuesta a algo que nos intrigaba por medios no esperados, etc.
Las coincidencias existen. Están ahí. Se muestran a todos. Habrá que ver qué es lo que quieren decir.
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Retrato de Humberto I de Saboya

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