viernes, 16 de septiembre de 2011
El bostezo tapándose la boca
Actualmente, taparse la boca al bostezar se considera un punto esencial en las normas de urbanidad.Pero es mejor no bostezar, pues significa que uno se está aburriendo... Sin embargo, la costumbre original no surgió de la buena educación, sino del miedo..., el miedo de que, en una exhalación gigantesca, el alma, y con ella la propia vida, pudiera abandonar el cuerpo. Una mano llevada a los labios impedía la fuga de la fuerza vital.
El hombre antiguo había observado con acierto, aunque lo interpretara incorrectamente, que el recién nacido, en su pugna por sobrevivir, bosteza (una respuesta refleja destinada a aportar un oxígeno adicional a los pulmones).Los médicos de la Antigüedad, incapaces de justificar una mortalidad infantil extraordinariamente alta, culparon de ello al bostezo: El indefenso bebé no podía taparse la boca con una mano protectora. Los médicos romanos llegaron a recomendar que la madre vigilara durante los primeros meses de vida de sus hijos, y procurase taparles la boca cuando iniciaran un bostezo.
Actualmente también se considera de buena educación volver la cabeza en el momento de bostezar, pero la cortesía nada tenía que ver con el origen de esta costumbre, ni tampoco con las palabras de excusa que siguen a un bostezo. El hombre de la Antigüedad había observado, certeramente, que el bostezo es contagioso para quienes lo presencian. Por lo tanto, si un bostezo resultaba peligroso para el bostezante, este peligro podría "transmitirse" a otros, como ocurría con una epidemia. Las palabras de excusa tenían como razón el haber expuesto a unos amigos a un peligro mortal.
La ciencia moderna ha explicado el bostezo como la súbita necesidad corporal de una amplia infusión de oxígeno, especialmente al despertar, cuando uno todavía no ha cobrado fuerzas, y también en las primeras fases de un ejercicio duro. Sin embargo, falta una explicación fisiológica sobre el carácter contagioso del bostezo. Sólo sabemos que la imagen de una persona que bosteza pasa al centro visual del cerebro y, desde allí, es transmitida al centro de bostezos. La causa de que exista un recorrido tan particular resulta tan misteriosa para nosotros, hoy en día, como lo era el propio bostezo para el hombre primitivo.
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