miércoles, 7 de septiembre de 2011
El éxito y el fracaso
Hace ya mucho tiempo que en España la gente está infectada por el estúpido concepto yanki de "perdedores" o "ganadores". Nadie quiere ser de los primeros, y todo el mundo de los ganadores, cosa que se asocia a trinfar en el trabajo, ganar mucho dinero y poder consumir mucho. Pero el éxito y el fracaso no son conceptos objetivos, sino totalmente subjetivos. Como la felicidad. Una persona puede tener un trabajo modesto, que le cubra sus necesidades primarias, tener una vida de pareja sin problemas y una buena salud. Este, desde luego, si es inteligente, puede ser muy feliz. En cambio, un alto ejecutivo puede ser rico, pero tantas preocupaciones que hagan de él una persona desdichada y enferma, como le ocurrió a Rockefeller. Este sí es un buen ejemplo de perdedor, y seguramente nadie lo dijo nunca. Pero quien se conforma con lo que tiene, es saludable y se gana bien la vida, puede tener momentos estupendos de los que carecerá tal vez un ricachón, que se cree que la felicidad se compra con dinero.
Esto todo, parece muy obvio. Pero yo he conocido a más de una persona que vivía con apuros monetarios o modestamente ,ganar varios millones a la lotería, o los conseguía así, de golpe, por otro medio legal, y no sabía asumirlo. Yo conocí a un hotelero modesto que tenía una pensión en el centro de Palma, con una clientela también de medio pelo, como cuadrillas de toreros (el "maestro" iba a un hotel de 5 estrellas), viajantes de comercio y gente de paso. Pues el hombre, que no era aficionado a leer, ni a viajar, y era bastante inculto, no se daba cuenta de lo feliz que era, pues estaba siempre de buen humor,
y de charla con los clientes u otras personas que entraban habitualmente al bar a tomar una copa,y le pasaba el día sin darse cuenta. Pero, ¡Ah!. Un día vino un banco que le ofreció un montón de millones por su negocio, para montar una sucursal. Al principio todo fueron alegrías. Lo celebraron con champán y comiendo, y estaban contentísimos. Cambiaron de coche y se compraron un chalet en una urbanización. Pero cuando ya estaban instalados en plan de ricos, se dieron cuenta de que los ponía de buen humor ya no lo tenían, y se pasaban la vida aplastados en un sillón mirando la tele, perpetuamente encendida. Necesitaban ruido pues no soportaban el silencio. Un año después, la mujer murió de cáncer. Y al cabo de tras años, el viudo, que se aburría como una mona en su jaula de oro, apareció muerto cuendo su hija fué a verle.
Esto me parece un ejemplo de cómo la riqueza, cuando la tiene alguien que no la sabe usar, no da la felicidad.
Por eso ese concepto envenenado yanki de "perdedores" o "ganadores", pienso que puede hacer mucho daño. Si uno piensa que es feliz, lo es,aunque tenga problemas. Pero si se siente desdichado o fracasado teniendo de todo, aunque los demás le envidien, esa persona será un perdedor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario