viernes, 11 de noviembre de 2011

La prostitución en la Roma clásica y la Edad Media



Independientemente de la idea o juicio que cada persona pueda tener sobre la prostitución, es de sobra conocido que éste es uno de los oficios más antiguos del mundo. Aunque hoy en día tiene un marcado carácter peyorativo, en otras épocas la prostitución fue vista como algo muy diferente y perfectamente integrado en la vida cotidiana.
En tiempos del Imperio Romano, la prostitución era ya algo habitual. Así lo recogen testimonios como el de Catón “El viejo”, quien sostenía que es bueno que los jóvenes poseídos por la lujuria vayan a los burdeles en vez de tener que molestar a las esposas de otros hombres”.
Los romanos eran relativamente liberales en lo que a las relaciones sexuales se refiere. Era una costumbre de la época que los hombres casados tuviesen relaciones extramatrimoniales. Además, esta promiscuidad conllevaba que los ciudadanos más poderosos destinasen algunos de sus esclavos única y exclusivamente para el sexo (y no importaba género o edad).
En aquella época, las prostitutas eran educadas desde niñas para ofrecer buena conversación (y, claro está, placer) a los hombres y debían vestir de una manera diferente para ser fácilmente identificadas. Además, debían estar inscritas en un registro especial. Antiguos escritos revelan que en el año I d.C, Roma contaba con unas 32000 prostitutas.
Curiosa es también la jerarquía existente entre las mujeres que se dedicaban a la prostitución. Existían, pues, diversos tipos de prostitutas:
- Prostituta: entregaba su cuerpo a quien ella quería. Tenía poder de elección.
- Pala: se entregaba a quien pudiese pagarla
- Meretriz: ofrecía sus servicios por sí misma, sin necesidad de alcahuetas o intermediarios
- Prostibulae: no pagaban impuestos
- Ambulatarae: aquellas que trabajaban en la calle o en el circo
- Lupae: ofrecían sus servicios en los bosques cercanos a la ciudad.
- Bustuariae: las que ejercían en los cementerios.
- Delicatae: prostitutas de lujo, reservadas para los altos cargos o mandatarios.
Aunque era un oficio desempeñado fundamentalmente por mujeres, en la Roma Clásica también había “prostitutos”. Los antepasados de nuestros modernos “gigolós” esperaban a las mujeres en las esquinas de las calles, termas o baños públicos, mujeres que, en muchos casos llegaban a pagar cantidades desorbitadas por sus servicios.
Y, en el oficio más antiguo del mundo, también se daba el caso de mujeres que ejercían la ​prostitución única y exclusivamente por placer, como la hija del emperador Augusto o la esposa de Claudio, Messalina, (famosa por haber ofrecido sus servicios a toda una centuria en menos de 24 horas).A mí esto me ha parecido siempre una tontería, pues una mujer puede recibir a cientos de ho bres en un día, solo tiene que abrirse de piernas (con perdón), pero lo que no existe -que yo sepa- es un récord similar en hombres, que eso sí tendría mérito.
Por cierto, en Grecia a las protitutas se las llamaba "porné", y de ahí viene la palabra "pornografía" y derivados.
En Roma y Grecia a las casas de lenocinio se las distinguía por tener siempre encendido un farolito rojo en la puerta, costumbre que ha trascendido hasta nuestros días, en que suelen tener anuncios luminosos de este color.
El llamarlas "rameras" viene de la Edad Media, pues era costumbre poner en la puerta de los burdeles un ramo de flores. Las putas medievales también se caracterizaban por la vestimenta, y eran obligadas, para distinguirse de las mujeres "decentes", el llevar en el bajo de la falda como unos picos de color marrón. Por eso irse de juerga se dice "irse de picos pardos", expresión que ha llegado hasta nuestros días. Y es que todo tiene una explicación. Lo malo es que a los jóvenes de ahora estas cosas no les interesan nada, y se van a perder, lo cual será una lástima. Por lo menos, a mí me parecen muy interesantes.
Ilustraciones: Prostitutas romanas y en la Edad Media.

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