jueves, 29 de diciembre de 2011
La fe de los ateos
Como soy roja, tengo muchos amigos ateos. A mí me da lo mismo, como si quieren hacerse Adventistas del Séptimo Día o Adoradores de la Cebolla (esto no me lo invento; es una secta que hay en París. Y es que hay gente pa tó...). A mí me da igual, mientras sean amigos míos. Pero no tendría nunca ningún amigo del Opus, por ejemplo, que ésos y otras parecidos me dan un repelús...
Bueno, todo este introito viene al caso porque de tanto tratar ateos me he dado cuenta de que -no cren- con una convicción total y sin fisuras, que ya la quisiera para mí, pobre musulmanita de pacotilla y antes catolica amargada, por obra y gracia de mi familia y del maldito colegio de Las Teresianas, donde me maleduqué.
Pues mis amigos ateos no dudan nada, son ateos con una fe inquebrantable en la no existencia de Dios. Yo me maravillo y no entiendo cómo pueden estar tan seguros, sin dudar ni un ápice. . Yo procuro creer en Dios, y me cuesta, a veces. Otras no. Pero ellos, erre que erre, siempre -no creyendo- con una tenacidad digna de mejor causa. No sé cómo lo consiguen.¡Josú!
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