Grandes y pequeños disfrutamos con frecuencia de los juegos de mesa. Aunque en la actualidad los hay de todo tipo y de todas las temáticas, hay algunos clásicos que siguen siendo imprescindibles en toda casa. Entre ellos, están el parchís y la oca.
Nuestros padres o abuelos nos enseñaron a jugar a estos juegos pero… ¿quién les enseñó a ellos? ¿quién fue la primera persona en jugar al parchís? Pues bien, el primero en tirar los dados para hacer avanzar sus fichas sobre los tableros fue el soberano mogol Akbar el Grande (1556-1605). A este conquistador de la India del siglo XVI debemos el juego que tantas tardes de ocio ha llenado en nuestra infancia.
El emperador Akbar el Grande tuvo la brillante (o, más bien, excéntrica) idea de convertir los jardines de su palacio en algo similar a un tablero de juego gigante. Claro que, por entonces, el emperador aún no jugaba con fichas de plástico, sino que empleaba a doncellas y, al mismo tiempo, veinticinco conchas lanzadas al aire hacían las veces de dado.
La palabra parchís procede del término indio “pacisi”, que se empleó para denominar este juego en el que el objetivo principal era alcanzar el centro del tablero antes que los demás jugadores. El centro del tablero era el mismísimo trono del emperador y la doncella que resultase ganadora recibía de su soberano un premio de tipo sexual.
El parchís llegó a Europa en el siglo XIX pero ya con otro significado. Las doncellas fueron sustituidas por primitivas fichas de marfil y fue entonces cuando comenzó a emplearse el dado y el cubilete.
En muchas ocasiones, por la parte de atrás del tablero del parchís suele estar la oca. La historia de la oca estodavía más antigua que la del parchís pues cuenta la leyenda que fue ideada ya por guerreros griegos durante el sitio de Troya (siglo XIII a.C.). Se encontraron restos arqueológicos de este juego en 1908, el famoso Disco de Phaistos, que data del año 2000 a.C. El hecho de que fuese encontrado en Grecia hace que cronistas e historiadores se inclinen por la hipótesis de que tal juego fue inventado durante la mencionada Guerra de Troya.
La difusión mundial de la oca se hizo esperar hasta el siglo XVI, cuando Francisco de Medici se la regaló al rey Felipe II de España.
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