Como hemos visto en otras ocasiones, el mundo está salpicado de lugares que el ser humano, con el paso de los tiempos, debido a una razón o a otra, ha considerado mágicos. Uno de ellos es la reserva de la biosfera de Los Tuxtlas, en Veracruz (Mexico). A pesar de que este sitio está impregnado de ritos ancestrales, su fama no ha traspasado las fronteras mexicanas, sino que se limita a la población de Catemaco, situada en un valle formado por el volcán San Martín Tuxla y la Sierra de Santa Marta.
El misticismo rodea a la localidad de Catemaco, conocida por sus chamanes y brujos, que se dedican a limpiar el mal de ojo y neutralizar las energías negativas. Además, son expertos en fitoterapia y en el uso de plantas medicinales.
Cada año, el primer viernes de marzo, Catemaco se convierte en escenario de la Convención de Brujos, que se viene celebrando desde 1970. A ella acuden hechiceros de todo México. En la primera edición de esta convención, el brujo Gonzalo Aguirre ofreció una misa negra, carreras de lanchas, discursos antropológicos…
La brujería de Catemaco está íntimamente relacionada con el vudú de Haití y la santería de Cuba e incluso hay quien la vincula con la adoración al diablo. Pero al lado de los brujos negros, hay también otros que practican la magia blanca y también se pueden encontrar los llamados culebreros (expertos en curar las mordeduras de serpiente), yerberos (con un gran conocimiento en plantas medicinales), hueseros (sanadores) y parteras (que hacen las funciones de enfermeras).
En los últimos años, la Convención de Brujos ha tomado otro rumbo y es, en la actualidad, organizada por las autoridades locales después de que en 1990 se relacionase a algunos de los brujos participantes con delitos de asesinato y con mutilaciones.
Cuando estuve en el Perú, contacté con varios chamanes, con los que tuve conversaciones interesantísimas, y me dijeron que yo tenía un lazo de contacto con el otro mundo, y que con una debida enseñanza podría llegar a ser una buena chamana. Pero tuve que declinar tan amable invitación, porque a Paco, que se había quedado en España cuidando de mi anciano padre, si le digo que me quedo allí para aprender a ser chamana, le da un ataque o viene a buscarme y me devuelve atada a España.
Pero lo que no hay que hacer nunca, es magia negra. No hay que meter al diablo de por medio.Es muy peligroso y se acaba muy mal.
Interesantísimo.
ResponderEliminarLa verdad es que, no sé si para bien o para mal, el tiempo pareciera haberse detenido en algunas partes del mundo.
El lugar del que nos hablas y sus rituales deben ser, como poco, fascinantes.
Un saludo.
Hay muchas cosas interesantes. Solo hay que saberlas buscar...
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