Más tarde, llegado el siglo XII, se abren en Europa las comunicaciones con países más allá de sus fronteras y comienza una época de grandes viajes, como los de Marco Polo. Surgió así la necesidad, pues era una época violenta y revuelta, de legislar la hospitalidad y así se hizo:
“Quienquiera que rehúse a un huésped recién llegado a un techo o un hogar pagará tres sueldos de multa“… decía, la ley Burgundia.
Durante la Edad Media, gracias a esta Ley, los viajeros podían tener la seguridad de que recibirían hospitalidad allá donde fueran. Así, cuando cada vez se fueron haciendo más frecuentes las peregrinaciones, tal y como ocurriría con el Camino de Santiago, empezaron a crearse hospederías, evitando que para conseguir alojamiento el peregrino tuviera que prostituirse para conseguir el alojamiento.
En Corbie, Francia, se instituyó una de las primeras posadas, con capacidad para albergar a doce viajeros. Por contra, en Saint-Germain des Près y durante el año 829, entraron 140 huéspedes.
Carlomagno fue el principal impulsor de este servicio, al solicitar a los obispos que instituyeran hospederías para pobres y ricos.
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