martes, 13 de marzo de 2012

Historia de la cocina










Si una moderna ama de casa se viera transportada a través del tiempo a una cocina romana del s. I, podría preparar una comida utilizando sartenes de bronce y cacerolas de cobre, un colador, un hervidor de huevos, tijeras, embudos y ollas con pitorro...todo ello no muy diferente de lo que existe hoy en su casa. Durante muchos siglos, hubo pocos cambios en los utensilios de cocina.
Hasta la Revolución Industrial, que redujo enormemente el número de sirvientes, no surgió la necesidad de que unas máquinas efectuaran el trabajo que hasta entonces realizaba la mano humana. Desde entonces, los inventores han multiplicado dispositivos a cual más ingenioso -el lavaplatos, la batidora, los recipientes tupperware, el teflón, el papel de aluminio, las cerillas de fricción o la humilde bolsa de papel- a fin de satisfacer un mercado al parecer insaciable. Estos inventos surgieron para satisfacer una necesidad, y hoy llenan una habitación de la casa que tiene su propia historia, tanto en origen como en evolución.
En los tiempos prehistóricos, el hombre preparaba su comida sobre una hoguera, utilizando los utensilios y herramientas mas rudimentarios: Cuencos de piedra para los líquidos, un mortero y la mano de almirez para para pulverizar sal y hierbas, y fragmentos de pedernal para cortar la carne asada en un espetón. Uno de los dispositivos más antiguos que tuvo partes móviles fué el molino de harina. Formado por dos piedras discoidales agujereadas en el centro, este molino admitía el grano a través del orificio superior, lo aplastaba entre las piedras y después dejaba caer la harina a través del agujero inferior.
En el Próximo Oriente, la cocina primitiva fue objeto de una primera modernización alrededor de 7.000 a.C., con el invento de las vasijas de barro, que fueron las primeras piezas de cerámica. Entonces como ahora, los recipientes y las fuentes de arcilla tenían colores que iban desde el crema claro hasta el rojo oscuro, y desde el gris ceniza hasta el negro como el carbón. Un artículo podía ser fabricado en cualquier tamaño o forma que se deseara, cocido en un horno y después barnizado. A principio de los años 60 se descubrió en Turquía una extensa colección de los cacharros de cocina más antiguos que se conocen, puesto que pertenecieron a una tribu neolítica. Predominaban los cuencos, uno de los utensilios más prácticos, ya que sirve para múltiples usos ; seguidos para recipientes para el agua y las copas. Había un calentador de comidas provisto de un cuenco desmontable sobre una lámpara de aceite, cuyo diseño apenas difería de los actuales calientaplatos de velas.
Durante las épocas griega y romana, la mayoría de las innovaciones en la cocina consistieron más bien en materiales que en objetos: Bandejas de oro, copas de plata y botellas de cristal para los ricos, y para los más pobres platos de barro, copas fabricadas con cuernos de carnero vaciados y jarras de madera dura.
Alrededor del año 700 a.C., se inició una importante transformación en la cocina. Debido a la dureza de la existencia en la Edad Media, muchas familias se agruparon, la vida se hizo cada vez más comunitaria y la cocina- con sus alimentos y el calor que ofrecía su fuego- se convirtió en la habitación más espaciosa y frecuentada de la casa.
Uno de los utensilios culinarios más valiosos en aquellos tiempos era el asador giratorio. Sobreviviría como principal instrumento culinario durante casi mil años, hasta que, a fines del s. XVIII, surgió la idea revolucionaria de asar la carne en un horno. No es que este asador giratorio haya desaparecido por completo, puesto que muchas cocinas modernas cuentan con uno de ellos, accionado por electricidad, y también es un elemento popularísimo en las barbacoas al aire libre.
Un siglo más tarde, en Italia, Leonardo da Vinci ideó un asador giratorio que era accionado por el propio calor que ascendía a través de la chimenea. Una pequeña turbina, instalada en la chimenea, quedaba conectada con el asador. El calor ascendente hacía girar esta turbina a una velocidad directamente proporcional al calor que desprendían las llamas. Sin embargo, el antiguo concepto de cocción directa sobre un fuego abierto estaba a punto de ser sustituída ya por una innovación ravolucionaria: La cocina económica.

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