sábado, 15 de septiembre de 2012
Leyes raritas
Decía el editor, periodista, humorista y creador de célebres aforismos Leo Longanesi que un cretino es un cretino, dos cretinos son dos cretinos, diez mil cretinos son una fuerza histórica.
No sé por qué nos acordamos ahora, al escribir un post sobre leyes absurdas, de esta cita. Se supone que el legislar (hacer y aprobar leyes) depende de una razón práctica, que por lo tanto representa una especie de arte racional y que, en suma, la legislación (conjunto o sistema de leyes) no es sino una ciencia. O al menos lo intenta.
El problema es cuando nos topamos con casos como los recogidos, con algarabía mundial, por The Times hace algunos años: normas obsoletas que nadie con dos dedos de frente pudiera haber imaginado estuviesen vigentes. Nosotros recordamos aquí algunas leyes de aquella lista, añadiendo otras no menos inexplicables. Por supuesto, los EEUU se llevan la palma en este asunto.
Empecemos por la lista del periódico inglés. Varias de las leyes afectan a territorio británico y/o inglés. Por ejemplo la que establece que si una ballena queda varada muerta en las costas británicas, la cabeza es del rey y la cola para la reina… ¡en caso de que necesite la osamenta para su corsé!
Más: en la ciudad inglesa de York se puede matar a un escocés dentro de las murallas antiguas pero sólo si porta…¡arco y flechas! En Chester, un galés no puede entrar en la ciudad antes de la salida del sol…y no puede permanecer una vez se ha puesto. ¿Perdón? Por su parte, en Londres una ordenanza impide montar en un taxi si se tiene la peste. ¿Eh?
Otras leyes curiosas aportadas por The Times: en Francia no se puede bautizar a un marrano con el nombre de Napoleón. Glups. Ni en Ohio tener un pez borracho. Y en Alabama, of course!, pobre del copiloto que tenga la osadía de vendar los ojos al conductor de un vehículo porque, además de tonto, se le va a caer el pelo (si sobrevive, claro).
Estos dos últimos ejemplos nos ponen sobre la pista yanki de leyes absurdas. Entramos así en un terreno muy jugoso, inaudito, estupefaciente, que nos obliga a rebasar la lista del The Times. Los EEUU son el rizo rizado, el colmo colmado, de semejantes normas.
Así, en Omaha (Nebraska) no se puede afeitar el pecho de los hombres (¡el infierno de los metrosexuales!). Ni en Atlanta atar un jirafa a una farola. Ni en New Jersey hacer ruido al comer la sopa. Ni en Chicago comer en un lugar que esté ardiendo. ¡A ver si se nos va a quemar la lengua!
La lista de leyes tontas en USA es interminable: en el estado de Nueva York es ilegal disparar a una liebre desde un tranvía (¿y a un negro?). En Marshalltown los caballos no pueden comer bocas de incendio (en mi ciudad se las comieron todas, oye). En Carolina del Norte está prohibido excavar la propiedad ajena para coger ginseng entre los meses de abril y septiembre. Y en Nueva York ciudad, en la capital del mundo, ¡pobre de quien sea interceptado en la calle llevando bebidas con gas sin un permiso!
Como veis, lo increíble es la ley. Son apenas una breve muestra de lo rarito que es el hombre a la hora de darse normas de convivencia. La verdad es que, visto lo visto, ¿no deberían los legisladores podar muchas de las normas ya existentes en vez de darnos la brasa inventando, imaginando, castigándonos con más leyes?
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