jueves, 25 de octubre de 2012

Parte de una carta dirigida a Rosa Díaz

Catalunya no está sola

En los últimos días la propaganda ultraconservadora en los medios de comunicación fanáticos españoles, que lo son todos sin excepción, no cesa de lanzar advertencias apocalípticas sobre los males que caerían sobre una Catalunya independiente de España. Aseguran que sería una tierra de nadie, despreciada por la Unión Europea y por la Organización de las Naciones Unidas, organismos de los que nunca jamás podría formar parte como nación independiente.
Silencian que la República de Kosovo se independizó unilateralmente de Serbia en 2008, que el Tribunal Internacional de Justicia legitimó esa decisión, que la mayoría de los estados integrantes de la Organización de las Naciones Unidas mantiene relaciones diplomáticas con ella, y que la Unión Europea tramita su petición de ingreso como miembro. No hay, pues, ningún impedimento legal a escala internacional para que suceda lo mismo con Escocia o Catalunya independientes.
Catalunya no está sola. Si el Gobierno español ordenase a su Ejército invadirla, muchos españoles correríamos a unirnos a los catalanes, porque no aceptamos esta monarquía ilegal instaurada por la voluntad de un exgeneral traidor sublevado y genocida. El Ejército español, triunfador en su rebelión contra la legalidad constitucional republicana, gracias a la intervención de las potencia nazifascistas europeas, que no por sus méritos, sostuvo la dictadura personal que estranguló todas las libertades en España tras su victoria, y durante 36 trágicos años de esclavitud ciudadana.
La bandera de ese Ejército es la bicolor de la sublevación, que no podemos aceptar cuantos deseamos recuperar la legitimidad constitucional arrebatada al pueblo español por las armas extranjeras en 1939. No queremos ser vasallos del rey designado e impuesto por el tirano criminal para que perpetuase su régimen. Por eso comprendemos que los catalanes aspiren a librarse de la tutela colonial para ejercer sus libertades. Por eso los españoles que también pretendemos ser libres no te permitimos que hables en nuestro nombre. Sigue con tu caricatura de partido mientras puedas, que no será por mucho tiempo, pero no te atrevas a volver a referirte a “todos los españoles”, porque tú no eres nada, una tránsfuga insolente que desprestigias la política.

Arturo del Villar español republicano

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