sábado, 2 de febrero de 2013
Reina después de muerta
Durante el siglo XIV el rey Alfonso IV de Portugal (1291-1357) queria obligar a su hijo Pedro (1320-1367) a casarse con la infanta Constanza, hija del rey de Castilla, todo para obtener poder estratégico. Pedro accedió y se casó, pero se enamoró de una de las damas de compañia de su esposa: Inés de Castro.
Lamentablemente en 1345 murió Constanza y Pedro vió una posibilidad en ello para formalizar su relación que tenia escondidas con Inés, con la cual ya compartía 4 hijos. El rey Alfonso IV en su contra tenia otros planes: queria que Pedro se casara con otra princesa, para seguir aumentando su poder. Esta vez Pedro se negó y se casó con Inés en secreto.
Alfonso IV, al enterarse de lo sucedido, entró en cólera y ordenó la muerte de Inés a manos de tres mercenarios.
Pedro, totalmente abatido y con sed de venganza, dividió el reino y entró en guerra contra su padre. Luchó ferozmente contra la corona pero no pudo vengarse de su padre, ya que murió de viejo.
Ya en el trono, Pedro I lo primero que ordenó fue buscar a los mercenarios que habian matado a su esposa. Encontró a dos, y dice la leyenda que les sacó el corazón en vida como venganza.
Para rematar su particular vendetta, ordenó desenterrar a Doña Inés, la sentó junto a su trono y hizo que toda la corte que la despreció se arrodillara delante de ella y besara su mano como a una reina.
Las tumbas de Pedro e Inés están ubicadas en el Monasterio de Alcobaça, y se hallan una en frente de la otra por petición expresa de Pedro, para que "El día del juicio final, cuando resuciten los cuerpos, lo primero que verán nuestros ojos será el rostro del ser amado".
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