sábado, 28 de septiembre de 2013

El caso Madeleine

 

MADDIE, LA VERDAD DE LA MENTIRA:
un fragmento


El equipo de perros inglés y el olor a cadáver

"Eddie y Keela, dos perros de la raza springer spaniel y su experto entrenador, el veterano Martin Grime, llegan, con una única misión: encontrar los restos mortales de Madeleine, los vestigios de su cadáver, ayudando a identificar a los responsables de su desaparición, entendiéndose y reconstruyéndose los hechos. Eddie es un perro con entrenamientos avan­zados para detectar víctimas mortales (EVRD). … Keela es una perra de investigación en el lugar del delito (CSI) que busca y localiza sangre humana en proporciones tan pequeñas que es improbable que pueda ser recuperada por los procedimientos de la policía científica debido a su dimensión o a su localización. (…) La utilización de estos perros en investigaciones criminales en el Reino Unido es muy común, y su trabajo es reconocido por los tribunales, policías, periodistas y público en general. (…) Contrariamente al comportamiento que sería de esperar en un perro-detective de esa categoría, Eddie no responde a la orden y corre inmediatamente hacia el interior del apartamento, donde da vueltas endiabladas entre la sala y el cuarto que había sido utilizado por el matrimonio McCann. El especialista Martin comenta preocupado que algo está poniendo nervioso a su perro y lo llama para poder darle las órdenes indicativas de los cuartos del apartamento que hay que examinar. Uno de los investigadores, va gra­bando con una cámara de vídeo la actuación del perro para la historia. Algunos minutos después, Eddie se centra en el suelo del cuarto del matrimonio, junto al armario, y da una alerta de olor de cadáver, con un ladrido estridente que dejó asombrados a todos los presentes. ¿Por qué aquí, en la habitación del matrimonio? Pero todavía no nos habíamos recuperado de la sorprendente indicación del perro cuando una vez más aquel ladrido estridente causó un escalofrío en la espina dorsal de los investigadores que realizaban el examen. De esta vez, la aler­ta de olor a cadáver que Eddie emitió correspondía a un lugar junto a una de las paredes de la sala, por detrás del sofá azul, por debajo de la ventana. En el apartamento 5A, del Ocean Club, comenzaba a revelarse un misterio, gracias a las indicaciones del perro. (…) Keela señaló la existencia de minúsculas manchas de sangre en el lugar, detrás del sofá, donde Eddie había señalado olor de cadáver. Según la perra, la sangre estaría en los mosaicos del suelo, habiéndose quedado parada e inmóvil con la nariz apuntada hacia el lugar preciso donde detectó los vestigios. En el exterior de la parte de atrás del apartamento 5A, Eddie dio otras dos señales de alerta de olor de cadáver, más precisamente en el balcón del cuarto del matrimonio McCann y también en una zona de jardín situada por debajo del mismo. (…) Existían señales de muerte en el apartamento 5A. Ahora era necesario comprobar que nadie había muerto en aquel apartamento antes del 3 de mayo de 2007. Los registros del Ocean Club no recogían ningún incidente de ese tipo, los bomberos y servicios paramédicos locales también desconocían que hubiera habido alguna muerte en el apartamento. Los anteriores propietarios tampoco sabían nada de ninguna muerte. Se llegó entonces a la conclusión de que aquel olor de cadáver sólo podía provenir de una persona: Madeleine Beth McCann."

Maddie- La Verdade de la Mentira, Gonçalo Amaral, pp. 139-145, Esquilo Ediciones, Badajoz, 2008



SEVILLA, dia 11 de Septiembre










FNAC Sevilla, 12:30 h, Jueves, 11 de Septiembre
© Esquilo - Ediciones y Multimedia | Foto: Ana Isabel Vieira









Imagen de Kate

«SE LA HAN LLEVADO»

por SONIA APARICIO
Madeleine McCann desapareció el 3 de mayo de 2007, durante unas vacaciones con su familia en el Algarve portugués. La niña británica y sus dos hermanos pequeños dormían en el apartamento 5A del complejo turístico Ocean Club de Praia da Luz, mientras sus padres cenaban con unos amigos a unos 60 metros de la habitación. Dijeron los comensales que Kate y Gerry McCann llegaron al restaurante 'Tapas' alrededor de las 20.40. Dijo el matrimonio que ambos se turnaban para ir cada 20 o 30 minutos a vigilar a los pequeños. A las 22.00 horas, en uno de esos 'turnos', la madre volvió gritando: «Se la han llevado».
Desde entonces, el misterio no ha parado de crecer. Primero se habló de un hombre que se habría llevado a la pequeña envuelta en una manta, y la policía portuguesa hizo un retrato robot que no se llegó a difundir. Enseguida las sospechas se centraron en Robert Murat, un británico-luso que reside con su madre muy cerca de la habitación de la que desapareció Madeleine. Ofrecerse a los McCann como traductor y presentarse ante la prensa como portavoz de la familia levantó recelos y dio un nombre a unos medios de comunicación ávidos de datos y que enseguida se encargaron de airear la vida de este hombre separado, en trámites de divorcio, que apenas ve a una hija, según se dijo en su momento, de apariencia y edad similar a 'Maddie'. Murat sigue siendo sospechoso, aunque nada en sus interrogatorios ni en los registros de su casa le implicaron en la desaparición, por lo que algunos le han visto como «la gran víctima olvidada» ('Times on line', 25 de julio de 2007) del caso.
Otra pista llegó desde la localidad belga de Tongeren. Una camarera creyó haber visto a Madeleine en un bar, acompañada de una pareja. El retrato robot de un varón de unos 40 años dio la vuelta al mundo, aunque el análisis de los restos de un batido que tomó allí la niña fue claro: no era su ADN. Otros testimonios la situaron en Portugal, Marruecos, Malta, Argentina... Nada concluyente. Miles de llamadas y pistas falsashan avivado todo tipo de especulaciones sobre el destino de la pequeña.
Los padres, Kate y Gerry McCann, se mostraron desde el principio muy críticos con la policía portuguesa, a la que han acusado de ineficiencia y lentitud, especialmente en las primeras —y cruciales— horas de la investigación. Toda Europa ha visto a estos padres desesperados haciendo continuos llamamientos —con jefa de campaña incluida— ante los medios de comunicación, convencidos de que difundir la foto de su hija ayudaría a encontrarla. La 'madre' de Harry Potter, J.K. Rowling, y el presidente de la compañía Virgin, Charles Branson, ofrecieron importantes recompensas por cualquier pista fiable. Los futbolistas Wayne Rooney, David Beckham y Cristiano Ronaldo también se sumaron a la causa. Miles de personas anónimas se solidarizaron con la familia donando dinero a través de su web, www.findmadeleine.com. El 'tour mediático' de los McCann ha pasado por Roma —allí les recibió el Papa—, Madrid, Berlín, Ámsterdam, Marruecos... Gerry viajó incluso a EEUU para pedir asesoramiento a expertos.
Así las cosas, a primeros de septiembre de 2007 la investigación da un giro inesperado: Kate y Gerry McCann son interrogados como presuntos sospechosos de la muerte accidental de su hija. De padres hundidos a presuntos culpables. Y las historias que a cuenta gotas va publicando la prensa hace crecer su presunta aura criminal: una pareja de médicos que acostumbra a dormir a sus hijos con medicamentos para poder salir; supuestas contradicciones en los testimonios de quienes estuvieron aquella noche en aquella cena; una madre que en su diario califica de «histérica» a su pequeña; su rastro de ADN en un coche que los progenitores alquilaron 25 días después de la desaparición;perros policía infalibles —ni un solo fallo en 200 casos—que reconocen el «olor a cadáver» de la niña en su peluche, en un armario, en las ropas de la madre y en el maletero de ese coche en el que se supone que nunca estuvo, al menos viva, Madeleine.
Insistiendo siempre en su dolor y en su inocencia, los McCann se pusieron en manos del mismo letrado que defendió al dictador chileno Augusto Pinochet. Los medios siguieron al acecho de cualquier información, mientras Kate y Gerry, que seguían siendo sospechosos en Portugal, recuperaban públicamente parte de su inocencia —la prensa británica les pidió perdón y ellos han anunciado que escribirán un libro sobre su tragedia—. La policía lusa continuó sus pesquisas, y paralelamente una agencia de detectives privados buscaba a la niña por todo el planeta bajo la premisa de que seguía viva.
Demasiadas preguntas sin respuesta después de más de 14 meses de búsqueda. El 21 de julio de 2008 la fiscalía portuguesa archiva el caso y desestima la posibilidad de realizar nuevas investigaciones o abrir un juicio al «no haberse encontrado pruebas que relacionen a los sopechosos del caso». Sólo encontrar el cuerpo de la pequeña podría arrojar algo de luz, lo que resulta prácticamente imposible si, como apuntan muchas de las hipótesis barajadas en todo este tiempo, se han desecho de ella tirando su cuerpo al mar.
Madeleine


La madre

El padre
 

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