sábado, 22 de marzo de 2014

Jane Fonda y la eternidad

Jane Fonda a los 20 años

Jane en la actualidad
El otro día, en una revista francesa, leí  con estupor unas declaraciones de Jane Fonda -hija de Henry Fonda- en las que decía que ahora, pasados los 80, se daba cuenta de que el tiempo corría a gran velocidad y que a medio.largo plazo le tocaría morirse. Por lo visto no se había dado cuenta hasta hora, y esta certidumbre la había sumido en un estado de terror y depresión.
Yo esto lo puedo comprender, sobre todo en ateos, pero lo que me choca es que no se hubiera dado cuenta hasta ahora.


Cuando era activista contra la guerra del Vietnam


Lo que le da miedo no es envejecer y estar fea -se ha cuidado mucho y hecho muchas operaciones-sino el hecho innegable que cada día, cada semana que pasa veloz, le acerca a la muerte a la que tanto teme.
Supongo que debe haberse precipitado al psiquiatra.
A mí me parece bien darse cuenta de esto y asumirlo, pero con serenidad. Yo creo, por muchas cosas que me han pasado a mí y a mis familiares y amigos, y que estoy segura le pasan a casi todo el mundo pero no lo cuentan, que hay algo, otra forma de existir después de la muerte, y que si la persona no ha sido una malvada redomada, no tiene que ser malo, sino todo lo contrario.
El cuerpo, para mí, es como la cáscara de una fruta. Cuando la comes la tiras, porque ya no sirve para nada. Solo, si un@ tiene la desgracia de llegar a centenari@, (cosa que no quisiera para mí,) esa cáscara de carne vieja y enferma que a veces tanto nos hace sufrir la dejamos aquí abajo para que se pudra, la incineren o lo que sea. Y entonces nuestro espíritu sale del capullo inútil y molesto y vuela como una mariposa a otros lugares donde no te duele la artritis, ni el cáncer, ni la cabeza,y sin preocupaciones   vuelas libre de estas rémoras que con la edad se agudizan.
La muerte es la liberación de las cosas desagradables de este mundo material, lo malo es el apego a las c osas físicas, como joyas, libros, ropa, o alguna persona. Pienso que tenemos que estar preparados, y sin miedo si hemos sido más o menos buenos, para este vuelo -o viaje en la barca de Caronte, como creían los romanos- sin temor, y yo me atrevería a decir, con curiosidad y con ilusión.
Pero esta cultura occidental en la que vivimos quiere negar a la muerte, si hablas te hacen callar, y eso significa que están cagaditos de miedo.
No comprendo que el paso más importante de nuestra existencia sea ninguneado por casi todos, cuando deberían estar preparados más que para ninguna otra cosa.
Volar y verse libre del dolor, de ese molesto cuerpo, ¡que maravilla!





 

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