sábado, 5 de abril de 2014

El amor en tiempo de guerra


Quizás no debiera escribir estas cosas. Pero forman parte de mi vida. Como escribir me gusta tanto, a lo largo de muchos años he escrito mis memorias, que tengo en mi habitación guardadas en una caja de cartón (donde mis gatas suelen meterse a dormir) una maletín de ejecutivo y una maletita que también anda por allí.
Supongo que cuando me muera mis deudos lo tirarán todo a la basura, pero me gustaría, me hago la ilusión, de que alguno se quede con estas cosas, que son la historia de mi vida y de la de mi patria (así, con minúscula). El rostro puro y terrible de mi patria, como decía en uno de sus poemas no recuerdo quién, pero seguro que  no era de derechas.(Machado?)
Mi madre ni era de izquierdas, ni tampoco de derechas, aunque más esto último que lo primero. Era como el aceite, que siempre se las arreglaba para flotar en cualquier circunstancia. Yo no soy así, ni mi padre tampoco lo era.
Cuando la guerra civil española tuvo un novio que era aviador republicano, y el amor de su vida, y se llamaba Ramón. Se estrelló con su avión.
Ella me hablaba frecuentemente de él cuando yo era una niña. No es que me hiciera mucha gracia, pero debía ser una hija muy comprensiva, digo.... yo me sentía como una traidora. No quería escuchar estas cosas. Que se las contase a sus amigas. Pero como no tenía...
Esto de contar intimidades era muy suyo y a mí no me agradaba. Quizás si yo hubiera sido hija de Ramón me hubiese querido un poco más, porque hubiera encontrado en mí un parecido, unos gestos, que en mí no hallaba.
Muchas veces me decía que a ella nunca le gustaron los niños y que cuando yo nací "te regalé a tu abuela". Es verdad, fue ella con mi padre quienes me criaron. Yo dormía con mi abuela y paseaba con mi padre.Mi madre  a veces me llevaba de compras por Palma. Pero con quien me lo pasaba bien de veras  era con mi padre, que me enseñaba muchas cosas, como orientarse de día por el sol y de noche por las estrellas. Me enseñaba los nombres de los árboles.De las constelaciones. Cosas así. Me llevaba al aeródromo , a los hangares, me subía a los aviones.
 También cada primavera sembrábamos albahaca. Le gustaba mucho la Naturaleza, al contrario que mi madre, que era animal de asfalto.
Mi madre no le quería,y yo aunque pequeña me daba cuenta.   No me atrevía mucho a defenderle, pues mi madre tenía un genio de mil diablos. Una vez mi madre me dijo que quizás hubiese sido una suerte para ella que no hubiese podido casarse con Ramón, porque mi padre le aguantaba todo. Yo estoy segura.  Me alegro de que no se hubiese casado con el tal Ramón, primero porque yo no hubiese nacido, hubiese nacido otr@, y porque yo estoy segurísima de que el aviador  no la hubiese aguantado ni un mes, porque mi madre era insoportable.Mi abuela,- que era su madre-, me decía a veces que yo no tenía una madre, sino una madrastra.
También mi progenitora decía que "ella que odiaba a los militares y a los andaluces, había ido a casarse con uno", y que "yo tenía demasiados benamejíes dentro" (o sea, que tenía carácter sureño, vaga y pasota).
Ay Dios, y qué difícil es la vida.
A veces estoy muy cansada psicológicamente y me entran ganas de morir. Pero no pienso suicidarme, porque aún espero algo de la vida. No mucho, vista para leer todos los libros que tengo pendientes y que no me duela nada y sobre todo que no me vuelvan las depresiones, que eso sí es sufrir. . Mi vida a pesar de todo no es triste, nunca fui una niña triste, y ahora me lo paso muy bien muchas veces. Lo que me da miedo es la decrepitud. La muerte no, la muerte es el descanso.
Hay dos días en mi vida que los guardo como los mejores. Uno, el más alegre,el en que por fin dejé el colegio de Las Teresianas. Estuve allí estudiando el Bachillerato ¡10 años de esclavitud! y por fin lo dejé para siempre a los 15. Entonces empecé a estudiar idiomas y a trabajar.Salí de allí como de la cárcel. Como si ya hubiese cumplido mi condena.
Y el más emocionante. el del entierro de Pasionaria en Madrid.
 

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