Cuando hablamos de números romanos, nos damos cuenta de que en el imperio romano se comenzaba a contar con el número uno. Hay diferentes sistemas numéricos y cada uno de estos tiene que ver con el avance de los pueblos que los utilizan.
Hoy en día, nosotros usamos el sistema posicional, en el que el valor de un caracter depende de su posición, por ejemplo, el 3 tiene diferentes valores si el número es 325 que 453.
Sin embargo, los romanos –junto con otras grandes civilizaciones como los griegos, los aztecas o los pre-árabes– utilizaban el sistema aditivo, es decir, que es la transcripción de lo que contamos. Por tanto, el V solo puede ser V (cinco o 5).
Los sistemas aditivos, mediante métodos como el ábaco, pueden llegar a convertirse en sistemas más avanzados como el posicional. Los romanos jamás utilizaron la aritmética para realizar cuentas, pero sí este artilugio. Y frente a otros pueblos –los aztecas, los hindúes, en China y en Babilonia–, los romanos no dieron ese salto evolutivo matemático.
Los sistemas posicionales utilizan un símbolo discreto y convencional para representar a los números, mientras que los sistemas aditivos realizan una representación gráfica de ese número. Además, los sistemas aditivos necesitan símbolos especiales para números de orden mayor en magnitud que el número base, por ejemplo, de 100 o de 1000.
Precisamente, por tener un sistema aditivo, los romanos no necesitaban el cero. Para expresar cifras como 2002, utilizaban MMII, sin necesidad de indicar que entre los dos 2 había ausencia de cientos y decenas.
Por su parte, las primeras civilizaciones con sistemas posicionales utilizaban huecos en la escritura, aunque eso generaba muchos errores de comprensión, y poco a poco se fue creando el cero como hoy lo conocemos.
Origen del cero
El cero es un caracter que significa vacío, no sólo es un marcador de posición, sino un número real que tiene un significado –nada, nulo, ninguno–. Sin el cero hoy no existiría la matemática moderna.
El cero nació en la India, durante la dinastía Gupta, en el siglo VI, mediante un largo proceso. Gracias a esta invención, la civilización más venerada por el mundo occidental –que es la romana– pasa a ser una “burra” de las matemáticas, ya que sin cero no hay forma de hacer un montón de cálculos, al tiempo que muchos otros darán resultados erróneos.
Hoy en día, son los números árabes los que todos utilizamos, gracias al matemático árabe al-Khwarizmi, que lo adoptó y lo introdujo en Europa. Sin embargo, existió durante mucho tiempo una especie de negación de ello por las diversas culturas occidentales –principalmente los italianos–.
Por su parte, los antiguos mayas hicieron su propio cero, con forma de concha estilizada, y cuyo sistema estaba basado en base 20 y no 10, algo realmente curioso..
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