sábado, 17 de agosto de 2019

El demonio Peregrino

En el siglo XVII algunos casos de supuesta "posesión demoníaca" fueron atribuidos a brujas y, sobre todo, a brujos. El método que se creía que utilizaban era la entrega de un objeto cotidiano a una persona que quedaba así "endemoniada", poseída por el demonio de forma física, de ahí que en los exorcismos se utilizaran sustancias con un fuerte olor y sabor para obligar al demonio a que abandonara el cuerpo que había "ocupado". Por ejemplo, en el manual para exorcismos Flagellum daemonum de Mengus se dan recetas de extraños ingredientes para combatir los maleficios y las posesiones.


También se creía que los brujos utilizaban la posesión carnal de las mujeres a las que seducían para que fueran poseídas por el demonio. Fue el caso de un sacerdote, preceptor del convento de las monjas ursulinas de Aix, que en 1610 fue acusado de ser brujo y de haber abusado y endemoniado a las religiosas que estaban a su cuidado espiritual. Más famoso fue el caso de las endemoniadas de Loudun, en el que el joven sacerdote Urbain Grandier fue acusado por la superiora del convento de Loudun de haber endemoniado a todas sus monjas, siendo quemado en la hoguera. Un caso similar tuvo lugar en el convento de San Plácido de Madrid en el que su director espiritual, fray Francisco García Calderón, fue denunciado y condenado por la Inquisición española por haber seducido y endemoniado a las monjas, y también por ser "alumbrado". Estas últimas abjuraron de levi, sufriendo diversas penas, y la superiora del convento, Teresa Valle de la Cerda, tras pedir la revisión de su caso, confesó que fue poseída por un demonio llamado Peregrino y que hasta veinticinco monjas más estuvieron endemoniadas.​

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