sábado, 10 de agosto de 2019

Tierra maldita


España, madrastra patria, tierra maldita. Haces que tus hijos se maten entre sí, y cuando no, ellos se dedican a sus entretenimientos de sangre, sangre inocente de las bestias, que no tienen leyes que las defiendan, porque ni los de derechas ni los de izquierdas creen en ellas, porque a todos en fin les gustan los escalofríos del chorro de sangre que suelta el toro agonizante por la boca, y que los payasos bestiales de los toreros y sus cuadrillas, cuando ven que ya el animal no tiene fuerzas, le ponen un sombrero en la cabeza y le hacen irrisión, se burlan del macho que han crucificado y le tiran del rabo, hasta que cae y le enganchan a las mulillas aún vivo, y le despellejan aún vivo, porque ¿a quien le importa eso? no es más que un animal, que sirve para divertir al pueblo, a ese pueblo de cobardes, que lamen los pies del que les pisa. España, tierra de capones crueles, de medio hombres cobardes, que solo se acercan al macho que muere para machacarlo.
Yo he visto capeas en que soltaban un becerrito -desecho de tienta- y que sólo servía para divertirse con él. Yo los he visto salir, uno por uno, de sus corrales, contentos por verse en los que ellos creen libertad, pero no es más que una mugrienta plaza donde van a morir de la peor manera. Todavía mamando, muchos, y retozones porque son solo unos cachorros. Pero no ven las miradas torvas, las caras de burla que se esconden detrás de las barreras y bajo las viseras de las gorras de chulo de putas mal encarado. Y cuando uno de ellos sale, y le da unos capotazos, el torillo lo toma como un juego y salta, despreocupado, delante suyo. Pero enseguida el juego cambia y empiezan a clavarle hierros con punta que lo atraviesan, y el animal, sin saber de qué va aquello, muge, hasta que, después de mucha sangre y mucho dolor, es ultimado por aquellas bestias (perdón, bestias-animales) entre carcajadas y blasfemias.
En tiempo de Franco ya pasaba esto, pero los novillos desechados eran crucificados por niños hijos de toreros o "aficionados", que les indicaban como torearlos según los cánones y luego donde clavar la espada.
Esto lo he visto yo, por Dios, y nunca he visto nada más feroz ni tan horrible ni tan contradios como en lo que se divierte este pueblo maldito, hijos de Cain, que en todas las primaveras , después de las escaleras que quieren bajar a Jesús de su cruz, que cuanta más sangre tenga mejor, y que cuanto más llore su madre mejor, porque este pueblo maldito para Dios necesita del olor de la sangre, real o sublimizada, pero la que es real lo es de animales inocentes que ni siquiera tendrán un paraíso porque eso es solo para sus torturadores, los hombres malditos de esta tierra maldita.
Ojalá Dios no nos perdone, y me incluyo a mí, que de joven era muy torera, y no me importaba el dolor ni la sangre ni los terneritos inocentes que salían saltando a la luz del sol.
Dios no nos perdone nunca y nos maldiga y las guerras pasadas y futuras sean siempre más sangrientas, para que esta raza de esta tierra del diablo muera ahogada en su propio vómito y en su propia sangre.AMEN

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