domingo, 26 de abril de 2020

Me gustan las revoluciones 1

REVOLUCION FRANCESA
Revolución francesa: La libertad guiando al pueblo

La toma de La Bastilla, símbolo del poder real y absoluto

Cortando cabezas de nobles

REVOLUCION ESPAÑOLA

No lo puedo evitar. El hecho de levantarse contra el poder establecido me fascina. Será porque tuve que ir a un colegio que no me gustaba nada, de teresianas, y para mí aquello era una dictadura.  En mi casa tenía la dictadura aún más próxima, y era la de mi madre, que tenía pasta de tirana.
Y luego la eterna dictadura de Franco -40 años 40- que el día que se murió no me lo podia creer. De chica guardaba el papel aluminio de las chocolatinas en una caja de zapatos, que previamente había convertido en confetti, con el fin de tirarlo por la ventana cuando el tirano la cascara. Pero tardó tanto, que cuando lo hice ya estaba casada y de la caja pues ná de ná.

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En los colegios. gracias a Franco ( que era un beato, en vez de dormir con su santa esposa lo hacía con el brazo incorrupto de Santa Teresa) (esto es cierto, todo el mundo lo sabía) pues nos machacaban con rezos eternos del rosario, ejercicios espirituales castradores y aterradores. Nos decía el cura cosas así, con cara de estarnos viendo ya in articulo mortis: "-Pues yo os digo que si ahora os murieseis, todas iríais al infierno".
Esto es rigurosamente cierto, no se me olvida a través del tiempo ni la voz ni la cara del cura.
Entonces se oyeron sollozos de chicas sensibles y hasta una que era enfermiza se desmayó con estrépito.
Para las monjas el único pecado era la impureza.Eran unas obsexas. Nunca nos decían que estaba feo robar, o asesinar (si eran de izquierdas los asesinos), o mentir, o calumniar,había un sólo pecado: El de la carne.Así salieron varias generaciones de chicas beatas y castradas psicológicamente, y otras que salieron a modo de putas.
Pero yo no tenía unos padres de izquierdas, y sí una madre y una abuela de derechas(que aguantó todas mis enfermedades,la pobre) mientras mi madre dormía con mi padre y solo venía donde dormiamos mi abuela y yo cuando estuve un par de veces a punto de palmarla. Lo siento, pero fue así.
Vivían mi abuela y mi madre en Gerona,cuando la guerra, donde estaba el cuartel rojo y mi abuela tenía tres hermanas monjas, que huyeron del convento para no ser asesinadas y a las cuales escondía mi abuela en su casa. No podían salir a la calle aunque no llevaran hábitos, porque aún vestidas de paisanos se notaba a la legua que eran monjas.No las encontraron nunca.
Mi madre, al terminar la guerra, se hizo de la Sección Femenina de la Falange.

En la revolución española participó todo el mundo, hombres, mujeres, niños y viej@s

La CNT-FAI cortaba mucho el bacalao,eran los anarquistas que quemaban iglesias y violaban
monjas, al grito de :"Hacedlas madres" y "la única iglesia que ilumina es la que arde" (esto es verdad)

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Mi padre, por su parte, era de Sevilla, donde voceaban proclamas el general Sanjurjo y sobre todo el inefable general Queipo de Llano,que decía unas burradas tremendas.
Pues mi padre, que era el mayor de 4 hermanos, tuvo la luminosa idea de irse de voluntario a hacer la guerra,no estoy segura de si como falangista o como alférez provisional, de quienes decía la gente que "alférez provisional, cadáver efectivo."
Yo de mayor le pregunté a mi padre que por qué se había ido a guerrear con esta gentuza tan impresentable, y me contesto: "-Porque en Sevilla no había otra opción, y yo tenía 18 años y muchas ganas de correr aventuras".
Pues muy bien. Yo a mi padre se lo perdonaba todo, pues fué un padre estupendo, que me dió una educación así como de boy scout, enseñándome los nombres de los árboles del campo, de los pájaros, y a orientarme por las estrellas y por el sol. Y a enseñarme a disparar con pistola, fusil y metralleta, en el polvorín de Puntiró del que era el jefe. Se disparaba hacia abajo, pues el polvorín estaba en un valle grande, y abajo estaban los blancos. Yo apuntaba hacia ellos, pero no nos dimos cuenta de que había un payés buscando espárragos, y que al notar los tiros (que era fuego real) se puso a correr como un demonio.

Otros dicen que mi padre se fué a guerrear porque mi abuelo era rojo ,abogado del Ayuntamiento de Sevilla, y estuvieron a punto de fusilarlo, y mi padre le salvó la vida.
Qué más da.
Cuando terminó la guerra fue a la Academia del Aire, pues lo que le gustaba de verdad eran los aviones y se convirtió  en piloto militar,


Queipo

Queipo de Llano confraternizando con la Iglesia, acompañado por un grupo de beat@s, reconocibles por sus inefables sonrisitas.

La revolución española fué feminista. Las milicianas  iban al frente con los hombres, pero como esto era un cachondeo ya que en las trincheras a veces hacían más el amor que la guerra, tuvo que suspenderse tanta confraternización  y las mujeres volvieron a la retaguardia. Pero en manis y otros jolgorios propios de estas gloriosas jornadas no faltaban, con el puño en alto. Las catalanas eran de las más bravas


Paco el Malo (el bueno era el mío, y solo lo disfruté 40 años, que éstos sí que me pasaron como un soplo)


Milicianas

Paco Franco y su pupilo, Juan Carlos de Borbón



Esta foto es de Kappa. Miliciano despidiéndose de su familia



  • Guerra y revolución en España (1931-1939)
Víctor Artavia

“¡La atmósfera del 19 de julio! Un pequeño hecho que lo ilustra: en una casa de mis camaradas en Barcelona, la patrulla de control, después de una inspección de rutina, abrió una jaula de pájaros y liberó a un canario: era el día de la libertad”.
Manuel Casanova1
El 18 de julio de 1936 un sector del ejército español inició un golpe de Estado contra el gobierno del Frente Popular y la República. Los militares, el clero católico y partidos de derecha que apoyaron la rebelión esperaban controlar el país en pocos días y, a partir de ese momento, establecer un gobierno militar que pusiera fin a las huelgas obreras y tomas de tierras campesinas, contuviera las exigencias de autonomía para las “regiones” (así se referían en la época al tema de nacionalidades), garantizara la continuidad de la propiedad privada y la influencia de la Iglesia Católica en la sociedad.
Aunque los militares lograron controlar algunas ciudades en las colonias y en España continental, para el 20 de julio era claro que la rebelión como tal había fracasado, pues los golpistas subestimaron la capacidad de resistencia que presentaría la clase obrera. Basta señalar que el golpe fracasó en Madrid y Barcelona, las principales ciudades del país.
El golpe tuvo un resultado paradójico: lo que inició como una ofensiva militar para acabar con el ascenso del movimiento obrero en el marco de la República, terminó por convertirse en una provocación política que desató una revolución social que desmanteló el aparato del Estado burgués, instauró organismos de doble poder por varios meses y puso en jaque la continuidad del capitalismo español.
Así inició lo que Pierre Broué y Emile Témine califican como una revolución trocada en guerra civil, “la última revolución del período comprendido entre las dos guerras mundiales” que sería el “preludio y el ensayo general de la Segunda Guerra Mundial” (P. Broué y E. Témine, La revolución y la guerra de España: 10). Agregamos, además, que fue la última revolución de la entreguerra (1918-1939) donde la clase obrera estuvo en el centro de la escena con la puesta en pie de organismos de poder (comités-gobierno en la experiencia española), constituyendo milicias obreras de los principales sindicatos y partidos obreros, tomando fábricas que fueron puestas a funcionar bajo control directo de los trabajadores y trabajadoras, expropiando tierras de los latifundistas, etc.
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Otro día escribiré sobre las revoluciones francesa, rusa, mejicana y cubana  y de mi estancia en la Unión Soviética y en Cuba.

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