viernes, 4 de febrero de 2022

Chistes de curas

1. El cura y el saltimbanqui Un sacerdote está en el confesionario y acude un penitente. - Tú no eres de esta parroquia, ¿verdad? No te había visto antes. - No, padre, soy un artista del circo que acaba de llegar. - ¿Y qué haces en el circo? - Soy saltimbanqui. - ¿Y eso que es? - Espere que le hago una demostración. El hombre se levanta y se pone a dar saltos mortales, volteretas y cabriolas por encima de los bancos de la iglesia. Dos abuelitas que esperaban a confesarse lo ven y una dice: - Mejor volvemos cuando venga el otro cura, ¡que este pone penitencias muy difíciles! 2. La homilía aburrida La homilía del sacerdote era larga y aburrida y uno de los feligreses se quedó dormido y empezó a roncar. El sacerdote, enfadado, se dirige a una mujer que estaba a su lado. - Disculpa, hija, ¿podrías despertar al hombre que tienes a tu lado? - Ah, no, padre, no me meta usted en sus líos -dijo ella. -Usted le ha dormido, usted le despierta. 3. El alcalde ateo Un cura y un alcalde eran muy amigos, aunque el alcalde era muy ateo y a veces discutían sobre Dios o los milagros. Un día se fueron ambos a pescar al lago con un bote de remos. Cuando estaban en mitad del lago, los remos se les cayeron por error y quedaron flotando a varios metros de la barca. El cura sacó una medallita que llevaba al cuello, hizo una pequeña oración, la besó... y saliendo de la barca fue caminando sobre el agua, tomó los remos y volvió con ellos a la barca. Al llegar a casa la mujer del alcalde le preguntó qué tal fue el día. - Muy bien, por cierto, ¿te puedes creer que el cura no sabe nadar? -dijo el alcalde. 4. El cura que se durmió El sacristán está preocupado porque llega la hora de misa y el cura no aparece, así que lo va a buscar a casa. Allí está el sacerdote, ojeroso. - Dios mío, me quedé dornido, pasé malana noche y no he oído el despertador - dice el cura al sacristán. -Vete a la parroquia, reza el rosario con la gente para hacer tiempo mientras me visto y llego. El sacristán vuelve a la parroquia y organiza un rosario, sin darse cuenta de que el cura, muy somnoliento, vuelve a quedarse dormido. Al cabo de dos horas, el cura despierta, comprueba el reloj, y sale corriendo y abochornado hacia la iglesia, convencido de que ya no habrá nadie esperando. Pero a medida que se acerca oye que la gente sigue rezando el rosario. Se acerca discretamente, sorprendido, y escucha la voz del sacristán: - Misterio ciento cincuenta: la Magdalena se casa con el Cireneo... 5. Hipócritas Un sacerdote se encuentra en la plaza del pueblo a un joven a cuya familia conoce. - ¿Cómo es que no vienes nunca por misa? - Pues la verdad, padre, es que está llena de gente que son unos auténticos hipócritas. - Bueno, por eso no te preocupes, hijo, ¡siempre hay sitio para uno más! 6. El ratero se confiesa Un ratero va a confesarse a la parroquia y al acercarse al confesionario ve que el cura se ha quedado dormido dentro. En eso ve que tiene un precioso reloj en la muñeca y sin poder resistirse se lo quita con mucho cuidado. Después lo despierta suavemente: - Padre, he venido a confesarme... resulta que he robado un reloj. ¿Usted lo quiere? - ¿Yo? Para nada. Debes devolvérselo a su dueño. - Pero es que me ha dicho que no lo quiere. - Bueno, pues en ese caso, quédatelo. 7. Con hermenéutica y homilética Un sacerdote recién ordenado, gran estudiante de teología, es enviado como párroco a un pueblo de montaña de gente muy sencilla. Los vecinos organizan un acto para recibirle y él les dirige unas palabras. - Hermanos, estoy aquí para todos vosotros. Vengo con mi hermenéutica, mi homilética, con exégesis y apologética. - No se preocupe, padre -le dice un parroquiano. - Yo estoy con artritis, diabetes, conjuntivitis y reúma, pero el médico del pueblo es magnífico.

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