No recuerdo si he dicho anteriormente que los árabes se odiaban a muerte, las diferentes tribus descendientes de diferentes líderes.
Pero era un odio no parecido a ninguno. Los europeos de vez en cuando guerrean, pero luego firman la paz, hacen tratados y el pasado casi se olvida.
Los árabes no. LO suyo era un odio permanente, de siglos, de padres a hijos.
Esto pasaba, como ejemplo, entre yemenitas y caisitas. Es sabido que que virtud de la ley, los cristianos y los judíos sometidos a la dominación musulmana , en cuanto se convertían al Islam, se veían dispensados de pagar los tributos que pagaban los que no querían abandonar su fe. Gracias a este cebo, los conversos al islamismo aumentaban día a día, cosa que alegraba mucho a los teólogos, pero no tanto a los guardianes del tesoro, quienes veían que su dinero disminuía rápidamente. Esto ocurría en Egipto, cuyos coptos -que así le llamaban y se siguen llamando a los cristianos de este país, - aumentaban una barbaridad. El que no se preocupaba por este tema era el califa Omar II, hombre piadoso que se alegraba de que tanta gente abrazara el Islam, y decía que el Profeta habia venido a hacer prosélitos y no como recaudador de contribuciones. Sus leales súbditos, al oír estas cosas, se tiraban de los pelos desesperadamente...
Los árabes lo que querían era conquistar Africa, pero les costó sudor y sangre. "-Conquistar Africa es empresa imposible", escribía un gobernador al califa Abd el Malik."Apenas es exterminada una tribu berberisca, surge otra en su lugar".
Los árabes, tal vez a causa de los obstáculos que encontraron, se empecinaron más y más en lograr su objetivo, . Les costó una guerra de más de 70 años, pero lograron la sumisión de los africanos que depusieron las armas pero con la condición de que no se les tratase como vencidos, y que su honor fuese respetado.
Todo esto era raro, difícil y complicado, pero lo consiguieron. El berebere que era malatratado de palaba u obra tenía dere4cho a pedir reparación, que consistía en asesinar al ofensor.
Cuando los africanos se propagaron por España hubo una insurrección terrible por parte del califa Hixem.
Le sucedió el califa Obaidalá.Pero a pesar de sus virtudes no podía evitar sentir un profundo desprecio por todo aquello que fuera berberisco. Les quitó sus ganados, su principal fuente de riqueza, su único medio de vida, y no satisfecho con todo esto, también les robaba a sus mujeres e hijas para los harenes de Siria, ya que las mujeres berebereres tenían fama de ser mucho más guapas que las árabes.
Durante más de cinco años los berberiscos aguantaron en silencio, pero la presencia del gran ejército del califa les detenía.
Pirata berberisco
Mercado de esclavas
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