lunes, 21 de junio de 2010
Anécdotas de la Grecia clásica
Agesilao, rey de Esparta, a quien le preguntaron cuál era, de la justicia y la valentía, la mayor virtud, respondió:
-Si los hombres fuesen justos no habría necesidad de valientes.
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Cuando Agesilao fué nombrado rey de los Lacedemonios, un día, en el teatro, le fué asignado un sitio que no era precisamente deferente, y no se enfadó por ello, sino que exclamó:
-No son los lugares los que honran a los hombres, sino los hombres los que honran los lugares.
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Se le preguntó una vez qué había que enseñar a los niños, y respondió:
-Lo que deberán hacer de mayores.
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Se le preguntó a Agides como podía de verdad ser libre un hombre, y contestó:
-Despreciando a la muerte.
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Cuando Anacarsis supo que su amigo Solón se preparaba para dictar leyes que sirviesen para gobernar Atenas, le dijo, burlándose:
-¿No sabes que las leyes son como las telarañas, que cazan solo a las moscas pequeñas, mientras las grandes rompen la tela?
(Y que verdad es...)
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POCO DEMOCRATICO
De acuerdo con la Constitución ateniense, el Senado preparaba las leyes que debían ser luego aprobadas por el pueblo, y a este propósito Anacarsis dijo a Solón:
-Es curioso, que, según vuestra Constitución, las leyes sean preparadas por los sabios para después ser aprobadas por los locos.
(este Anacarsis era una buena mosca cojonera)
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Pidieron un día a Anasidamos, rey de Esparta, por qué el país no poseía Tesoro Público.
-Para que no se corrompan aquellos que tuviesen las llaves.
(Sabia respuesta,vive Dios. Los espartanos eran gente de valía.)
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Arcesilao, filósofo griego fundador de la segunda Academia, era un famoso maestro de filosofía estoica, pero sus alumnos pasaban con frecuencia a la escuela epicúrea, y a un amigo que le hacía observar que, en cambio, ningún epicúreo pasaba a la escuela estoica, le dijo:
-Es natural. De los gallos se pueden hacer capones, pero en cambio de los capones no se pueden hacer gallos.
Significando con ello la diferencia de dificultad que existía entre las dos escuelas filosóficas.
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A Arquelao, Rey de Macedonia, el barbero le preguntó:
-¿Cómo queréis que os afeite?
-En silencio.
Hace años había un barbero en el Ateneo barcelonés, que, cuando servía a un cliente, le preguntaba:
-¿Conversación o silencio?
Si el cliente decía conversación, el diálogo continuaba:
-¿Política, mujeres, toros, fútbol?
-Política.
-¿Controversia o le doy coba?
Se ve que en todo tiempo y lugar los barberos tienen fama de charlatanes.
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